Del saliente al poniente el sol pariente.
La paloma gorjea al río sus lisonjas
a la sombra entre las humildes hojas
que el viento apenas susurrando siente.
Los maíces madurados amarillean,
copiosos de semillas y panojas,
y en el rojo tejado las cornejas
con la nueva primavera se jalean.
No se escucha rasguear el platanero
ni en la ribera los rompientes cauces;
solos se quedan el valle y el otero,
desierto el robledal, secos los sauces
y, tendido en la pared de un embalse,
el lagarto abre sus enormes fauces.
Logroño,
10 de abril de 2014