A TUS OJOS
Ojos
que ya no me veis,
por
exceso de decoro,
¿ojos
del color del oro,
con
ánimo me contempléis?
Quisiera
ser consolado
por
esos ojos que adoro;
¡estoy
penoso y deploro
y
pongo la otra mejilla!
¡Dolor
para el que mancilla,
a
los ojos que yo imploro!
Ojos
en que me mirara
como
a estrella que admirar,
salvajes
ojos..., como el mar,
como
el piélago en la vera,
ojos
de ascua hechicera
que
no sabéis que es llorar,
¡dignificar
mi torturar!
¡No
me martiricéis a sí!
¡Albergar
indulgencia en mí!
¡Ojos
más salvajes que el mar!
Ojos
que amor siempre anhelo
porque
es feliz cuanto abarca,
ojos
verdes esperanza,
cercanos
a mi y al cielo:
ojos
que detrás del velo
mandan
paz y bienandanza,
mi
alma por vos rompe lanza
en
alas de la insensatez,
miradme
por última vez,
ojos
llenos de esperanza.
Termine
ya vuestro extravío,
ojos
que sois mis congojas;
ojos
como rosas rojas
sumergidas
en el rocío.
Frescor
primoroso del río
que
escurridizo me enojas.
Luz
que envía el sol entre hojas
con
cuyos rayos sonrojas
derrama
en mi tus congojas
ojos
que me resquebrajas.
Logroño,
11 de junio de 2016