QUE
DULCE CALMA
Que
dulce calma envuelve el descanso
que
al amor precede…
La
voz se entrecorta, la ansiedad aflora
bajo
un fuerte nudo de calma y de miedo.
Te
acercas y tiemblo, me miras y muero…,
tu
brazo me abraza y me tiembla el cuerpo,
y
te vas acercando como un mar de fuego…,
que
inunda mi vida, que en mi ser perezco.
La
emoción me rasga y miro al firmamento,
y
en suspiro agudo a la luna envuelvo,
tengo
hambre de ti de noche no duermo
y
mi boca hambrienta busca en ti el sustento.
Mi
alma se rompe al oler tu cuerpo,
mi
corazón galopa al gustar tu aliento
y
mis entrañas cantan y hacen nidos
cenicientos
hasta el final de los tiempos.
Y
al verme abatido y con gran lamento
yo
me entrego a ti, pues tú eres mi diosa,
luz
entre mis sombras, mi ser y alimento...,
y
abriendo los ojos mi alma despierta
de
este tormento.
Logroño,
28 de febrero de 2017
Queridas…,
lo siento, no pude terminarla por San Valentín, pero ahí queda
dicho.
Con
un abrazo de Ricardo Lalinde; vuestro poeta.