Dos sonetos para mi pueblo
LA ERMITA DE SAN ROQUE
Allí en la vieja ermita abandonada
se altera su vejez en la colina,
caído el techo espadaña derrumbada,
toda ella es una verdadera ruina.
Las higueras del huerto se han secado;
en sus silencios ni un ruiseñor trina…
Sólo por los pedruscos del cercado
la hiedra escala y en subir se obstina.
El viento susurra tristes querellas
por caminos ruinosos y desiertos…
Y, al margen a mundanales recursos,
aparece la luz de las estrellas
que rezando están por los monjes muertos,
en el cabildo de los cipreses secos.
INESTRILLAS HOY
Bajo el sopor del bochorno se agrava
la calle enmarañada de misterio,
donde, amarilla y marchita la hierba
se yergue como en el viejo cementerio.
Calienta el sol… Las puertas entornadas
esperan a alguien que vendrá seguro,
agobia con su calma sus pisadas
deslizándose al lugar más oscuro.
La sombra de los tristes interiores
apuñalan de luz los resplandores
de arquetas familiares, y en el fondo
en el vago y vivaz fulgor del huerto…
¡Reina un reposo tan tedioso y hondo
que parece encontrarse todo muerto!