MI PUEBLO
Lo sueño, lo entresueño y lo medito,
sólo me queda el recuerdo y lo escrito.
Faltan los ojos puros de la juventud,
faltan los pies pequeños y su inquietud.
La calle larga, las tierras pardas.
La plaza chica el frontón y sus jugadas...
La casa de la parra prodigiosa
de racimos que acosa la mantis-religiosa…,
como otras casas que no se habitan
porque sus dueños se fueron a otras citas …
Pasaban
las muchachas misteriosas
con sus madres a
misa, luego…,
a sus cosas...
Templos sin gente, no hay nadie…, vacíos,
sólo queda lo que fueron de sus desafíos…,
sus misas y rosarios, sus bautizos y bodas,
sus comuniones y rezos, plegarias…, todas…,
sus campanas repicando y volteando,
su ir y venir de monaguillos cantando…,
de todo ello poco o nada ha quedado,
si acaso un pensamiento muy recordado…
El pastor monte arriba con su mesnada,
el labrador labrando con su yeguada…,
La fuente y las mujeres con sus risas y cantos,
el pilón y los mulos con sus rebuznos y saltos…
todos los habitantes a su labor diaria dada,
ahora, toda la población enterrada…
Es inevitable llevarlo tan adentro,
adentro, adentro, demasiado adentro…
Nuestro mundo estaba en las calles silenciosas,
en las cuatro esquinas de las calles misteriosas…
Se aglomeraban, hablaban y reían felices,
a la sombra o al sol con sus arrugas y cicatrices…
Con la paz del domingo en la mirada
y eternos momentos de evasión en sus moradas...
A lo mejor mi pueblo es todo poesía,
o un pueblo que sólo existió en mi fantasía...
Hoy, domingo 22 de abril de 2018
A CLAUDIA, PASTORCILLA DEL LUGAR
(égloga)
Es tan linda la flor del huerto
que te quiero contar un cuento.
Tracio..., habitador del Alhama umbrío,
con el más vivo fuego a Claudia amaba;
Claudia..., con arriesgado y atroz desvío,
los grandes deseos del zagal pagaba.
La verde orilla del agradable río
en busca de consuelo visitaba,
y en la lejana razón de su amorío
angustiados lamentos le enviaba.
No estimas la fe de mi amor sencillo
ni humanamente escuchas mis quejas,
por ti, fábula soy del zagalillo
por ti, olvido las plácidas ovejas.
Al cabo del tiempo Claudia obstinada
tu ingratitud me causará la muerte,
mi historia aquí quedará grabada y…,
dirá, aquí murió Tracio por quererte.
Todos por los que hoy sois adorada
leerán con temor mi funesta muerte;
nadie entonces querrá contarte nada,
los pastores se marcharán sin verte.
!Mi afecto subestimas, ¡insensata!
pues no faltan cabreras en esta aldea,
y el momento en que lloro, ira desata
a Tracio…, ni se le ofende ni alardea.
¡Quizá, hermosa Claudia, la rosada
piel de tu semblante te enorgullece!
El color, como la rosa delicada
a la menor ofensa se amortece.
Mi amor a tu hermosura maldecía
cuando tendida estabas sobre la arena,
como una mariposa al sol yo te veía,
aunque de injusticias estabas llena.
De Claudia sufro yo las esquiveces,
y yo la quiero aunque me aborrece,
estoy cansado de que me desprecies
como al débil jardín cuando envejece.
Claudia
Tracio…,¿por qué razón amor tan fino
puede ser a tus ojos tan odioso?
Cualquier zagal, cuando el violín afino,
asiste a mis romances envidioso.
¿No pastan estos prados del entorno
mi inocente ganado taciturno?
¿A caso en el estío, o en crudo invierno,
les falta prado sazonado y tierno?
¿No ves como en el soto entrelazado
los rebaños sus deseos satisfacen?
¿Y bajo la hierba que cubre el prado,
las lagartijas pintas se estremecen?
Ni siquiera es odiosa mi escultura
al verme en este cauce reflejada
por el cristal de esta corriente pura;
¡Por Dios, que la pastora es afortunada!
Tracio
¡Ven a morar conmigo hada hermosa!
¡Ven, mira bien los parterres, te ofrecen
a cántaros el néctar de la rosa,
y por ti los jardines se enriquecen.
Sólo para ti guardo la abundosa
copia de flores que hay en mis jardines,
sólo por ti, el suelo pinto de rosa
con claveles, violetas y jazmines.
¿Te acuerdas de aquel tiempo en que solías
cuando niña venir a mi cercado?
que trenzara tu cabello me pedías,
aún peinado con peine delicado.
Entonces era yo vuestro jefazo,
mi tercer lustro recién comenzado,
distinguiéndome sin ningún rechazo,
jugando en la alfombra del verde prado.
Desde entonces fuiste mi amor malvado,
me torturaste y dañaste noche y día,
me asestaste el puñal en aquel prado,
que me atormenta y me duele todavía.
¡Ay de mí, Claudia querida! En vano envío
a vos mi quejumbroso y dolido afecto.
¿Qué disparate, qué sueño es este mío?
Quise cazar la bruma y atar el viento,
quise guardar el humo y parar el río,
por amarte, estoy loco en el intento.
¡Oh Claudia! ¿Tú no sabes que escarmiento
guarda Dios al hombre violento y duro?
Está destinado para el tormento
en lúgubre infierno, aciago y oscuro;
de su carne come un buitre hambriento,
comerá hasta el final de los tiempos…
¡Si Claudia!… hasta el final de los tiempos…
Logroño, 18 de abril de 2018