(Así fuimos Señor...)
XXI
Esta paz de mi pueblo y de su gente
anhelo que perdure eternamente,
que sea luz en la vida firmemente
porque la luz es vida y está ausente.
La paz que habita y se comparte
es la paz del más débil y del fuerte,
es duro ver al pueblo indiferente
y dejarlo abandonado con su suerte.
Y es triste no ver luz cuando oscurece
y más triste no verla cuando amanece,
y es triste el invierno cuando aparece
y el cielo poco a poco se ennegrece.
Aquí se dieron mil batallas al calor
y se hicieron las guerras contra el frío;
aquí los hombres se fundieron con ardor
en las luchas por guardar el equilibrio.
Y nos fuimos haciendo a la medida
de los tiempos que avanzaron lentamente,
y aprendimos de la vida, y fue acogida
con amor y esperanza cristianamente.
Así nos hiciste, Señor:
hechos para soñar y reír y cantar y gozar,
hechos para trabajar y sudar con amargor.
Hechos para sufrir, para aparentar y pelear.
¡Hechos para el dolor!
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