EL DELANTAL DE LA ABUELA
¿Recordáis el delantal de vuestra
abuela?
y la faldriquera…, esta iba
debajo del delantal atada a la cintura, era un bolsillo grande y bien apretado,
de él salían orejones, chocolate, higos secos, manzanas…, y desde las alubias a
los hilos de coser, era todo un bolsillo de sorpresas, los nietos siempre
estábamos cerca de él.
El delantal iba encima tapando
esta bolsa de sorpresas que al mismo tiempo y a parte de servir para no manchar
el faldón y tapar la faldriquera tenia mil usos más.
Por ejemplo: El delantal servía
para coger la sartén por el mango y no quemarse, para coger el pan de la panera
del horno que, a parte de no quemarse al mismo tiempo limpiaba la ceniza del
pan, para envolverse las manos cuando hacía frío, para llevar las patatas,
nueces, cebollas, etc. servía para secarse las manos, y más de una vez por el
revés quitar los mocos y limpiar la cara a los pequeños.
El delantal era la prenda que más
se utilizaba y que más servicios hacía a la abuela; no me imagino una abuela
sin delantal, este era la herramienta principal, en él se llevaba el trigo par
echar de comer a las gallinas, en él también se llevaban los pollitos, los
huevos del corral, chorizos o cualquier cosa, después se sacudía y listo.
Cuando salíamos de la escuela la
primera visita era a la abuela, ella…, con ilusión y cariño, sacaba de su
faldriquera lo que buenamente tenía, una onza de chocolate o un trozo de pan,
que en aquellos tiempos ya era tener.
¡Bendito delantal!
Logroño, 26 de septiembre de 2013
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