¡SI ME LLAMARA!
Tú que vives de tus episodios,
que
con tus manos palpas
el
mundo arrancándole alboradas,
triunfos,
colores, alegrías...,
esa
es tu balada.
Es
la vida que tú tocas.
Es
la luz que de ti mana.
Caminas por lo que sientes
y
por lo que adviertes.
Si una señal te hace dudar
lo dejas todo, te arrojas sobre ella
y
la sujetas, la escudriñas, la rasgas
con
uñas y dientes, la destrozas:
y
ya no es indecisión,
es determinación.
Los enigmas los has cambiado
y
vuelto al revés; tus misterios,
esos que nunca entendías,
son
tan claros...,
la
cama donde tú duermes,
el
lugar por donde pasas,
y tu esbelta figura ante el espejo
donde te miras cada día,
esa eres tú. Los enigmas
ya están descifrados.
Sólo te equivocaste una vez,
te encaprichaste de una sombra
-la
única que te ha cautivado-
y
la pretendiste abrazar.
Esa sombra era yo.
Y
pensé si me abrazarías,
si
así fuera..., todo lo dejaría,
lo
destruiría todo:
los cuadernos, los libros, mis poemas
los días y las noches
y mis amores.
Por
ti que no eres mi amor.
¡Si
al menos me llamaras!
y
aún espero que me llames,
aún espero tu voz:
desde las estrellas,
a través del espejo,
escuchando bajo la luna,
mirando al sol.
¡Si me llamara!
Sí,
me llamará de incógnito,
será
como un milagro.
Me llamará para decirme:
“No
te vayas, quédate”.
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