LA
FLOR DE LA PRADERA
La
encontré por el camino,
perdida
por la pradera,
dirigente
del que pase,
de
quien hablara y quien viera.
Dijo:
“sube conmigo al monte.
Sube
que es primavera,
cogeremos
flores blancas
blancas
de nieve primera”.
Subí
a la cima más alta
más
alta de la montaña,
bamboleaban
al el viento
que
brotaba de mañana.
Cuando
bajé con la carga
y
la encontré en la pradera,
la
fui cubriendo de flores,
con
mil ramos de azucenas.
Sin
mirar en su blancura
me
dijo la afortunada,
acarrea
para mí, rojas
flores
aterciopeladas,
esas
que crecen arriba
donde
los picos se besan
con
el cielo en la mañana,
al
anochecer y al alba.
Quiero
flores sin espinas...,
flores
rojas, flores blancas,
con
perfume a hierba buena
y
de pétalos coronadas.