La
poesía se opone con entusiasmo y sagacidad a la voluntad de
aplazamiento, de aplastamiento, de ocultamiento y confusión,
contradice y cuestiona a-la-verdad-a- medias, que calla y dice lo que
conviene a unos. La poesía se opone a la acción que impone el
enmudecimiento general, el envejecimiento ilícito del proyecto
inmemorial y legendario de la existencia humana, el sueño mítico de
una sola fuerza viviente, sin antagonismos ni contradicciones, unidad
y poesía, paz y poesía, pan y poesía, verdad y poesía, pan y
dignidad de la vida insumisa como la naturaleza.
Frente
al mutismo impuesto a la sociedad contemporánea por la dictadura de
los medios, desarrollamos una acción masiva del lenguaje poético,
para ampliarlo y renovarlo, ampliando y renovando la conciencia y la
existencia. Frente al deterioro de la vida del pueblo, del aire, del
agua y de los bosques, y la declinación de la esperanza de todos,
alentamos una poética de la existencia, el ancho río de una nueva
conciencia que deviene en movilización espiritual, la honda
resistencia desde el corazón de las palabras, canto inexorable que
convoca a un porvenir cierto en este tiempo fuerte y de tortura.
Los
medios cada día casi nos convencen de que dicen la verdad, pero
siempre les queda faltando algo, algo que siempre se cae los desnuda.
Y día a día vamos descubriendo el trucaje, el hilo falso y roto del
entramado: Basta ganar un partido de fútbol, una sola medalla de
oro, para olvidar de memoria nuestras raíces poéticas y míticas,
nuestro destino entero.
Pero
la poesía será la fuerza del pueblo para resistir, para visualizar
el porvenir suyo por entero, la energía para avanzar, su sentido de
vivir, la voz para comunicar su sueño inmortal, su irreductible
memoria de la unidad originaria, que volverá, cuando las
contradicciones sociales antagónicas hayan desaparecido y la lucha
de clases haya terminado en una sociedad justa, serena y verdadera,
sin víctimas ni verdugos.