SOY...
(Canción
Para una mujer)
Soy enorme oscuro nogal,
cuyo
imponente cordaje,
es
formidable ramaje
nacido
en un pedregal.
Soy
monte, arboleda y soy río.
Tranquilo,
noble y perverso;
la
trova, la rima y el verso,
es
cinta donde resuena
solemne
la más serena
melodía
del universo.
Yo
soy la alborozada flor
de
cuya suave fragancia
corta
o prolonga la gracia
de
felicidad o dolor.
Soy
disertador muy viejo,
mago
y profeta andariego;
abrazo
y alumbro mi ego
como
triunfal camarada,
como
una gran llamarada
escrita
con sangre y fuego.
Y
voy con el alma arcana
y
con dolor que me oprime:
paseo
por mucho que gime
toda
la ambición humana.
Para
mi siempre fue vana
las
lenguas de la estimación;
y
no investigo la opinión
de
ese que ladra a mi sombra:
yo
me rio de cualquier obra
y
de cualquier veneración.
Yo
voy por la recta final
en
torno a mi primer deseo;
voy
sin apoyo, aunque no veo
una
cercanía racional;
la
vida sin diezmo sensual
inquietó
mi agenda interna;
no
fue feroz, ni fue tierna,
el
amor me dejó rastro…
¡yo
me apoyo como un astro
dentro
de la dicha eterna!
Yo
sigo al bien sin criterio
igual
que se desliza el río;
y
me revuelvo muy serio
como
si fuera un gran saurio,
o
penetro en el misterio
o
esta vida va a acabar,
ocasionándome
el azar
aquella
súplica primera,
por
razones que tuviera
nunca
podré razonar!
Yo
vivo con sinceridad…,
sin
brújula y sin ley, a pulso:
pues
trabajo por impulso
de
la grandiosa adversidad.
Yo
a la anciana humanidad
la
dificulto y desgarro:
la
estría que hace mi carro
de
fango fresco la lleno,
como
si andara sin freno
por
un camino de barro.
Y
como el oscuro nogal
que
la niebla hace plañir,
yo
no pretendo seducir,
ni
tampoco atemorizar,
ni
siquiera administrar
las
memorias del corazón;
ni
tampoco se porqué don,
qué
providencia ni que ley
me
habrán bendecido rey
del
reino de la sensación.
Logroño,
16 de abril de 2019
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