ES UNA TARDE DE OTOÑO (elegía VI)
Es una tarde de otoño
alegre y muy soleada,
y en el pinar de las Balsas
ya no canta la cigarra;
en la casa de la Nava
ya no se ven los vencejos,
ni el ruiseñor nos alegra
entre los frondosos huertos:
se marcharon con sus cantos
en busca de mejor tiempo,
volverán en primavera
para alegrarnos de nuevo,
y esa alegría traerá
la sonrisa a nuestro pueblo.
Nacerán nuevos polluelos
en los pinares más altos,
cantarán sus alegrías
a la sombra del verano.
Los que no volverán más
son mis queridos hermanos,
que se fueron para siempre
y solo me voy quedando.
En las laderas del monte,
en ribazos y cañadas,
han vuelto a crecer de nuevo
cardos, abrojos y aulagas,
y en desgracia le acompañan
pelados montes y lomas calvas;
en barranqueras profundas,
juncos, helechos y zarzas,
crecen en las torrenteras
que engrosan el río Alhama
por canchales y barrancas.
¡Oh! Tierras de Tras del Prado,
de Coscoger y Gravianas,
tierras pobres, tierras pardas,
tan pobres que no dan nada!.
Montes que cruzaron lobos
aullando en grandes manadas,
peñascos y altos riscos
donde el cuervo cría y grazna;
donde roídas por buitres
brillan osamentas blancas,
donde los cardos y abrojos
se juntan con la cizaña.
Campos tristes, solitarios,
sin caminos ni moradas,
abrojos, espinos y aulagas
y muchas piedras rodadas.
Por el valle del Alhama,
austero, curvo y guerrero
con empinadas cuestas
para tomar los senderos,
entre laderas quebradas
cabalgan en mulas pardas
hombres de estirpe arrogante,
van a sembrar los campos
en la tierra ya cansada.
Las higueras con su fronda
en estrechos barrancales
asoman sus grandes copas,
y sus raíces desnudas
se abrazan a grandes rocas
en un momento de angustia.
Los álamos del Alhama
con sus copas gigantescas,
dan un respiro en verano
y en invierno leña seca:
y sus profundas raíces
se alimentan de la tierra
y beben del río Alhama
hasta la borrachera.
En las mañanas de otoño
cuando la tierra se labra,
las yuntas ya descansadas
se uncen para la siembra
y el corvo arado se hunde
en la entraña de la tierra,
y los surcos van abriendo
y cerrando nuevas zanjas.
Al llegar la primavera
todos se van a la escarda,
pues la tierra está maldita
de avena loca y cizaña:
Cuando el labrador coseche
será su labor pesada;
antes de segar el trigo
tendrá que arrancar cizaña.
Si un año es de abundancia,
dos años son de indigencia,
y los rudos labradores
felices con su cosecha.
Es una tarde de otoño
alegre y muy soleada
y en el valle del Alhama
ya no canta la cigarra.
Inestrillas, 5 de octubre de 2005.
De mi libro, "Atardecer en el Alhama".
(poema revivido)