A MI MADRE
¡Madre!
Cada vez te veo más encorvada
tus pasos más cortos y lentos,
no como los de aquellos tiempos
en que nunca te veía cansada.
Tú, viejecita y madre amante
que diriges tus pasos torpemente,
tu mirada se va quedando ausente
cual fuente que se seca lentamente.
Tus manos trabajadoras ya rugosas,
por los años y el afán de tus haceres
siguen siendo dulces y cariñosas...
Y conservas las ternuras más hermosas
que la edad no quitó en sus rigores
conservando los más altos valores.
(Poemas dedicados a mi madre cuando cumplió 96 años, hoy fallecida)
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