CON
EL TIEMPO LLEGA LA EDAD...
Ya
me voy haciendo viejo
y
mucho me cuelga el pellejo,
la
barba me nace cana...,
y
torpe voy por la mañana.
Y
no son las canas las que me envejecen,
son
las piernas que no me obedecen;
el
olvido de las cosas me entristece
y
sentirme cosa inútil me estremece.
He
aprendido a saber qué no hacer,
a
no reír, a no llorar ni a saber...,
mis
sueños ya se desvanecieron
y
me prohibí saber si los hubieron.
Remando
voy con fe y sin desalientos
absorbido
en mis propios pensamientos,
nado
en un mar de desconciertos
por
entregarme a los míos con afectos;
esa
fuerza invisible y lenta del destino
nos
va enseñando el duro camino,
triste
retiro para mí será
donde
mi cuerpo a descansar irá.
Perdonad
si distraídamente
la
pluma corrió rápidamente,
fue
un desahogo que precisamente
raras
veces gocé debidamente.
Y...,
aunque de mí te veas lejos,
aquí
dejo escritos estos consejos,
y
mientras tu sigas siendo hombre
seguro
que te acordarás de mi nombre.
Ricardo
Lalinde me llaman,
mi
cuna Inestrillas, donde me aman,
ruiseñor
del valle y cisne del Alhama,
ahora
águila de estas montañas.
D.
Felipe Abad..., así me proclama.