A TENERIFE
Extensas llanuras de azul
abiertas a todos los vientos,
gigantescos monumentos
que el tiempo envolvió en su tul.
Me voy y al marchar sonrío...,
que una gran rosa en el mar
pusiera Dios al crear
tanto color y misterio.
Montes en forma de conos
emergieron del infierno,
y dieron con mucho tino
frutos y flores a cientos.
Pueblos albos que se unen
alrededor de volcanes,
los que nacieron después
por las playas se disponen.
La Virgen de Candelaria
y el Cristo de la Laguna,
son el alma tinerfeña
donde no falta plegaria.
Valle de Guerra..., canario,
valle como pocos haya,
vigila desde la atalaya
del Teide en su desafío,
y cultivadas mil flores
entre hermosos platanales...,
hacen sonreír a estas gentes
de aspectos muy fraternales.
Allí arriba el rey del cono
cano y ceniciento a la vez,
se asentó con altivez
y está dormido en su trono.
Javier Figueroa el Guanche,
el más fiel y el más canario,
hace en su pelear diario
de Guerra que te emborrache.
He conversado con gentes
de estos agrestes lugares;
son gentes buenas y afables,
son gentes que esperan pacientes.
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