ÉGLOGA
A
CLAUDIA, PASTORCILLA DEL LUGAR
Es tan linda la flor del huerto
que te quiero contar un cuento.
Tracio...,
habitador del Alhama umbrío,
con el más vivo fuego a Claudia
amaba;
Claudia..., con arriesgado y atroz
desvío,
los grandes deseos del zagal
pagaba.
La verde orilla del agradable río
en busca de consuelo visitaba,
y en la lejana razón de su
amorío
angustiados lamentos le enviaba.
No estimas la fe de mi amor
sencillo
ni humanamente escuchas mis
quejas,
por ti, fábula soy del zagalillo
por ti, olvido las plácidas
ovejas.
Al cabo del tiempo Claudia
obstinada,
tu ingratitud me causará la
muerte,
mi historia aquí quedará grabada
dirá..., aquí murió Tracio por
quererte.
Todos por los que hoy sois adorada
leerán con temor mi funesta
muerte;
nadie entonces querrá contarte
nada,
los pastores se marcharán sin
verte.
Mientras tanto...
A la sombra del soto entrelazado
los rebaños sus deseos
satisfacen;
y bajo la hierba que cubre el
prado,
las lagartijas pintas se guarecen.
!Mi afecto subestimas, ¡insensata!
pues no faltan cabreras en esta
aldea,
y el momento en que lloro, ira
desata,
a Tracio…, ni se le ofende ni
alardea.
¡Quizá, hermosa Claudia, la
rosada
piel de tu semblante te
enorgullece!
El color, como la rosa delicada
a la menor ofensa se amortece.
Mi amor a tu hermosura maldecía
cuando tendida estabas sobre la
arena,
como una mariposa al sol yo te
veía,
aunque de injusticias estabas
llena.
De Claudia
sufro yo las esquiveces,
y yo la
quiero aunque me aborrece,
estoy
cansado de que me desprecies
como al
débil jardín cuando envejece.
Claudia
Tracio…,¿porqué
razón amor tan fino
puede ser a
tus ojos tan odioso?
Cualquier
zagal, cuando el violín afino,
asiste a mis
romances envidioso.
¿No pastan
estos prados del entorno
mi inocente
ganado taciturno?
¿A caso en
el estío, o en crudo invierno,
les falta
prado sazonado y tierno?
Ni siquiera
es odiosa mi escultura
al verme en
este cauce reflejado
por el
cristal de esta corriente pura;
¡Por Dios
que el pastor es afortunado!
Tracio
¡Ven a
morar conmigo hada hermosa!
¡Ven, mira
bien los parterres, te ofrecen
a cántaros
el néctar de la rosa,
y por ti los
jardines se enriquecen.
Sólo para
ti guardo la abundosa
copia de
flores que hay en mis jardines,
sólo por
ti, el suelo pinto de rosa
con
claveles, violetas y jazmines.
¿Te
acuerdas de aquel tiempo en que solías
cuando niña
venir a mi cercado?
que trenzara
tu cabello me pedías,
aún peinado
con peine delicado.
Entonces era
yo vuestro jefazo,
mi tercer
lustro recién comenzado,
distinguiéndome
sin ningún rechazo,
jugando en
la alfombra del verde prado.
Desde
entonces fuiste mi amor malvado,
me
torturaste y dañaste noche y día,
me asestaste
el puñal en aquel prado,
que me
atormenta y me duele todavía.
¡AY de mí, Claudia
querida! En vano envío
a
vos mi quejumbroso y dolido afecto.
¿Qué
disparate,
qué sueño es este mio?
Quise
cazar
la bruma
y atar el viento,
quise
guardar el humo y parar el río,
por
amarte, estoy loco en el intento.
¡Oh
Claudia! ¿Tú no sabes que escarmiento
guarda Dios
al hombre violento y duro?
Está
destinado para el tormento
en lúgubre
infierno, un túnel oscuro;
de su carne
come un buitre hambriento,
comerá
hasta el final de los tiempos…
¡Si
Claudia!… hasta el final de los tiempos...
Logroño,
18 de abril de 2018