EL
CONTORNO DE INESTRILLAS
Robusto
y alto asentamiento que no brilla
por
su galanura ni su esplendor del arte.
Fue
defensa, castillo frontera y capilla.
Y
fue lar del Señor de la gran Fenetrillas
farallón
elevado hacia la otra parte
del
Saliente, en el cual hay un robusto baluarte,
que
permanece para evocar la memoria
de
envejecidos tiempos de alboroto y gloria.
Junto
a inclinada pendiente de granito,
ruinas
y residuos de otros tiempos muerde
los
despojos de murallas en un circuito,
es
anacronismo posterior que se pierde;
y
bajo el gran roquedo bruno a su amparo
los
resignados buitres leonados, un bravo
valle
verde, borda hoy el tapiz de este clavo.
Mirando
al Norte, extensas montañas hacen vía,
que
a un lado y al otro del río riega y cría
la
contemplación de esta vega que propaga
sotos
de zarcilla y campos de verdolaga;
y
en el más extremo para cerrar el fondo
tiene
un campo agrisado, empinado y lirondo.
Al
Sur, gran Sierra Alcarama como gran predio,
y
un parque abarrancado y ruin en cuyo medio
un
variable y seco barranco espera en vano
con
un empecinamiento y tesón ufano;
saludar
la imagen de Monegro en
bicolor,
monte
mayor que siempre nos dio leña y calor.
Allí
está mi refugio y su contorno. Cruda
travesía
que me trasladó a la mazmorra
fría,
celda en la que me consume la modorra
y
en la que quizás, por imitarme, suda
compasivo
el ermitaño que imparte ayuda;
en
este Valle Alhama de tierra cruda.
Y
allí cuando la ocasión me de permiso
iré
al valle para visitar mi paraíso,
y
mis frescas arboledas en los corredores
que
rodean la hacienda de mis anteriores,
salir
un rato para ver sonreír las flores
y
mostrarme en la esperanza de mis dolores.
Necesito
un trocito de cielo celeste.
Y
ver que de dicha mi espíritu se viste;
y
me preguntaré si un día la buena suerte
hará
panal de miel como la paz del fuerte
y
otro de fulgor para cautivar al triste.
Inestrillas,
hoy 6 de marzo de 2019
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