TROVAS
A LA VIRGEN DEL PRADO
En
este templo sagrado
lugar
de nuestra oración,
rezo
de la Virgen del Prado
Reina
del pueblo y región...
A
qui canté trovas puras
en
áureas noches serenas,
apretadas
de dulzuras,
de
puros misterios llenas
y
repletas de ternuras.
Y
he rimado cantares
al
trinar de ruiseñores
de
los verdes olivares,
y
al dulzor de los sabores
de
floridos tomillares.
He
cantado a la finura
de
la Virgen más sencilla,
la
Inmaculada lisura
de
la nieve de la altura
que
es el albor sin mancilla.
He
cantado a la pureza
de
las aguas naturales,
y
la cortés gentileza
de
los blancos arenales
que
gestó Naturaleza:
las
sonrisas mañaneras
de
los días abrileños,
las
disueltas acederas
que
florecen en las eras
de
amaneceres risueños…
Trovas
puras he cantado,
trovas
castas he sentido,
con
ellas me emborrachado,
como
borracho he dormido
y
con mi Virgen he soñado…
Mas
ni en noches diamantinas
con
mil estrellas divinas,
ni
en mi palomar palomas
ni
la miel de mil aromas
de
estas floridas colinas...,
ni
en las blancas azucenas,
ni
en la fuente en este día,
ni
en alboradas serenas
que
están de alborozo llenas
con
primorosa armonía...,
ni
en los besos celestiales,
ni
en los tiernos musicales
de
las madres cuando cantan,
esos
cantos venerables
a
los hijos que amamantan...,
alcanzó
la inspiración mía
escasa
imagen siquiera,
dulce
miel de la poesía
que
representar pudiera
la
honestidad de María.
Sol
eres en este feliz día,
ramo
de flores, puro y fiel;
¡pura
el Creador te hizo María!
Para
hacerte digna de Él.
Vienes
de aguas celestiales
manantial
de los consuelos,
tus
ojos son virginales
y
seducción de los cielos,
--entusiasmos
mundanales.--
¿Qué
más cantarte podría
Madre
del Prado en tu honor?
Si
después de decirte un día
que
fuiste sin mancha, María,
Madre
de nuestro Redentor?
Romance
mio, campesina...,
a
ti que estás enamorada
de
la fuente y de la encina,
del
sol de la madrugada
y
la paz de esta colina.
Me
dijiste Madre mía
que
te alegran prosas bellas,
¡Yo
te ensalcé con armonía
e
hice centro de ellas
la
hermosura de María!
¡Me
dijiste cuando cantas
la
dicha de la humildad,
que
te agradan cosas tantas…,!
Pues
Tú eres entre las santas
la
más grande santidad.
Yo
te he visto sonriente
escuchando
atentamente,
sentir
los toscos cantares
que
ante los pobres altares
te
rimaban ruda gente…
Gente
de lozano vivir
que
al hallarte Inmaculada,
entonaban
su sentir.
¡Sentires
de enamorada
que
es lo más hermoso decir!
¡Que
llegue tu amor ardiente
al
corazón del creyente
y
a la mente del poeta,
sentirás
el salmo ardiente
que
el gran enigma interpreta!
¡Que
el pueblo pare y te adore!
¡Que
el pueblo cante y te implore!
¡Mírales
con amor de amante
cuando
rece y cuando llore,
cuando
trabaje y cuando cante!
Y
aquí…, dejo de escribirte
porque
los ojos me sudan,
será
de tanto quererte
o
que los cielos se nublan.
Será
de tanto mirarte…,
o
que las campanas doblan.
¡Gloria
a Dios en tu pureza
Madre
del Prado Inmaculada!
¡Felicidades,
Madre del Prado!
En
la ermita de la Virgen del Prado, 8 de junio de 2019