LA
GRAN FIESTA
(I)
Es
la fiesta saturnal de este foro
desierto
y mudo pueblo sin decoro ;
con
explosión y alboroto sonoro
llega
el escándalo con risa y lloro.
No
importa que habite la carcoma
en
la raíz de sus fundamentos de oro,
ni
que crezca el río en impetuoso lloro
o
muera como la impúdica Sodoma.
La
fiesta llena de esplendor se baña
en
sus noches con magníficas orgías,
Dioro-Baco
en alborotos y alegrías
con
sus cantos líricos acompaña.
Abren
la fiesta cohetes numerosos
por
colores y ruidos perseguidos,
que
anticipan la fiesta confundidos
de
grupos de jóvenes bulliciosos.
Vistiendo
con sus trajes primorosos
y
cien lazos fastuosos y ceñidos,
exaltan
y apasionan los sentidos
bailes
rítmicos y cadenciosos.
Por
la noche rompiendo la tristeza,
con
hachones de luz inteligente,
hojas
de hiedra coronarán la frente
del
joven que destaque en su belleza.
II
Señoras
con imagen de victoria
vestidas
van con sus pomposas galas,
tienden
en sus omóplatos las alas,
símbolo
de su éxito y su victoria.
La
inteligencia brilla en la memoria
del
gran Diosos que luce cual bengalas,
y
de sus juegos llegan las escalas
y
festines de la romana escoria.
Uno
que la felicidad retrata
va
dando saltos de placeres lleno,
otro
grita con tembloroso trueno
de
una corneta de maciza plata.
Dispersando
los productivos dones
con
que la mamá tierra les dotara,
entre
fiestas que el pueblo ambicionara
caminan
las diversas tentaciones.
Retumban
ensalzadoras canciones
que
llevan a la ocurrencia más rara,
y
entre las copas de beber no para
mil
sátiras y sus degustaciónes.
Y
embellecerán su lira los poetas,
con
alabanzas nobles y brillantes,
el
honor destinado a los atletas,
son
servidos en copas refulgentes.
III
Baco,
viaja en carruaje deslumbrante,
va
por blancos corceles deslizado,
y
en un cuenco de plata repujado
sorbe
la espuma de un jugo excitante.
Ostentan
pelambreras destrenzadas
en
carruaje ilustre bellas matronas,
van
al hereje culto encadenadas
cubiertas
de laureles y coronas.
Al
ritmo tosco con que van danzando,
va
vertiendo la uva su rico seno,
fingiendo
el sordo retumbar del trueno
los
desnudos pies el suelo golpeando.
Por
la confusa bacanal liviana
transita
otro carromato asombroso,
lleva
un odre gigante y portentoso
que
de leonadas pieles se engalana.
Sobre
su alta colina soberana,
como
si fueran a hombros de un coloso,
un
grupo amontonado prodigioso
une
su gracia en la ciudad hermana.
Toda
clase de vasijas a porfía,
bajo
relieves de escoplos divinos,
van
vertiendo los cántaros de vinos
que
embelesan la ardiente fantasía.
Siguen
grupos de gracia y de belleza:
jóvenes
vestidos con ideal albura
dan
a conocer en su frente pura
las
coronas que ciñó la gran Natura.
El
delirio viviente e iracundo
es
río que corre al tenebroso Océano,
dando
giro en estrepitoso vano
va
a morir la soberbia de este mundo.
Inestrillas,
agosto de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario