(A
UN ÁRBOL MUERTO)
Hermoso
álamo caído,
¿dónde
está tu fresca sombra?;
¿dónde
tus hojas hermosas
que
con el mecer de la brisa
se
agitaban tan airosas?;
¿dónde
tus ramas esbeltas
que
agitándose orgullosas
brillaban
con armonía
alrededor
de tu cuerpo?
naciste
junto al Alhama
canturreante
río,
donde
feliz en su orilla
jugueteaban
los niños.
En
ti nacieron mil pájaros,
en
ti subieron al cielo
y
cantaron alabanzas
a
los que a tus pies estuvieron.
por
su casa te tomaron
y
en ti sus nidos tejieron,
y
al amanecer gozosas
con
canciones melodiosas
llamaban
desde tu copa
a
los niños en sus juegos;
y
en bulliciosa algazara,
en
juegos y alegres danzas,
se
despiden de la tarde
para
dormir en tus ramas.
Cuando
en tus jóvenes años
en
los meses más floridos
el
placer de tu frescura
en
sus delicias se baña.
tu
fuiste el lugar hermoso
para
el descanso del alma,
donde
amantes festejaban
en
sus celestiales charlas.
El
labrador anhelante
en
tu sombra descansaba
y
en su sosegado alivio
hasta
el sueño le llegaba;
y
volviendo a su trabajo
tornó
a herir la tierra amada
descansado
y animado
de
su fatiga pesada.
después
con tus toscas ramas
al
crudo invierno animabas
y
entre tus secas hojas
el
labrador descansaba.
En
tu corteza mil nombres
de
tiernos enamorados
cicatrizaban,
al tiempo
que
tú te ibas secando;
y
roto, medio seco y yerto,
solo
te queda en desgracia
disparos
de cazadores
y
de los niños pedradas.
Pero
tú aún eres morada
de
una torcaz solitaria,
y
aunque el ganado te evite
huyendo
de tu fea planta
habrá
un canto en tus ramas
de
un ave solitaria.
Ricardo
Lalinde López
No hay comentarios:
Publicar un comentario