VIDA
Cercano
está mi ocaso, Dios, dame guarida,
pues
nunca me diste seguridad fallida,
ni
quehacer justo, ni carga merecida;
Pues
veo que al final de mi indómito camino
yo
fui el abogado de mi legal destino;
si
traje gozos o tristezas de las cosas,
fue
porque puse hieles o mieles jugosas:
siempre
que planté rosales coseché rosas.
...Cierto
es que a mi lozanía seguirá el invierno:
¡tú
no me dijiste que mayo sería eterno!
Y
encontré rebosantes sombras en mis penas;
tampoco
me aseguraste solo noches buenas;
en
cambio tuve algunas tinieblas serenas...
Vividor
soy de la verdadera soledad.
Amé,
me amaron y el sol me acarició tenaz.
¡Vida,
no me debes nada! ¡Estamos en paz!
Logroño,
30 de marzo de 2016
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