LA AURORA
Entró la aurora por mi balcón,
soñando estaba en mí fantasía,
y fue tan fiel en su compañía
que dejó en mí toda su ilusión.
Latente fue su fábula y
consejo
y aún más puro fue mi despertar,
que con todo fulgor vino a acariciar
la gracia que dejó en su cortejo.
Mientras, las sombras estaban
en pos
de su admiración y su reposo,
la verdad era todo un asombro;
aquella mañana que vino de
lejos
respiró con un largo e intenso
reflejo que en lo más profundo vibró.
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