¡A
INESTRILLAS VOY!
De
Inestrillas vengo, suave suspiro,
cuando,
por ligereza o decaimiento,
dejo
el ansia de arrinconar el cuento
y
dar a mi leyenda algún retiro.
A
Inestrillas voy, que sólo quiero
aprovechar
sus brisas un momento:
pausa
de escape y entretenimiento
con
la fugaz lejanía de un respiro.
Ni
ciudad ni agobio, monte y hondura;
devota
soledad, quietud que calma
o
sosiega compañía sin ventura.
Templanzas
ardientes y lisonjeras
al
ser en filosófica mesura...
De
allí vengo y allí voy, a Inestrillas.
Logroño,
12 de enero de 2016
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