EL
CAMINO DE LA VIDA
Si
tú me dices ven, todo cambiará
Si tú me dices ven, habrá felicidad,
Si tú me dices ven, habrá felicidad,
Si
tú me dices ven…, lo dejo todo.
Qué
bonito suena..., luego con el paso del tiempo llega la realidad, una
realidad que nos deja perplejos ante los envites de la vida, ante
las falsedades que nos rodean y ante las caprichosas actuaciones de
algunos.
Aveces
los recuerdos que piden ser escritos son persistentes, dejan llagas,
son vastos, arden en nuestro interior, reaparecen en los sueños
aunque a veces cuesta reconocerlos. Es necesario tener recuerdos de
muchas noches de amor, en las que ninguna se parece a la otra.
También es necesario tener otros recuerdos mas acongojados como
gritos de parturientas. Es necesario saber olvidarlos cuando son
muchos, y hay que tener la paciencia de esperar que vuelvan.
La
capacidad de asombro es, igual que la duda, un incentivo para
escribir. Nos conviene ponerla en movimiento a medida que retomamos
puntos y puntas de nuestra historia personal: cuanto más se avanza,
más sorpresas se encuentran o se pueden encontrar en el camino.
Decía
Woody Allen que la vida es un proyecto estúpido y sin sentido. Que
la única manera de sobrevivir es contarse mentiras.
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