EL
REVOLOTEO DE LA NIÑEZ
En
medio de la nocturnidad y del sosiego del discurso del merecido
descanso, existe la fortuna de la salud mental, salud que vuela en
dirección de los sueños más preciados, nobles y profundos.
Los
aventurados códigos de nuestra niñez, lo dulce y lo amargo en un
mismo plato, el descubrimiento de los olores, los lados de la
amistad, el mensaje de nuestro primer beso tan insulso como anhelado.
El trozo del poema bajo
la lengua buscando la palabra adecuada para su composición…, el
hecho de ser hombre, para el hombre al que tememos y del que
desconfiamos...
Nuestra
infancia llena de domingos donde la felicidad es la esencia que nos
conducía por los senderos de la luna a la que preguntarle por el más
allá. El timbre que suena en nuestro interior a escapada, para
emprender la ruptura con lo aburrido de la enseñanza y lo agobiante
de las tareas y con lo necesario de las labores del campo y de la
casa. Ese poder que solo se tiene cuando se es niño en un mundo de
gigantes. Esa infancia de no ser nada ni nadie, esa vida momentánea
que dura el tiempo injusto, el tiempo en darte cuenta de que la vida
es seriamente aburrida y está llena de contingentes casi siempre
desafortunados…, va pasando...
Toma
mi mano que parece vacía y sal a mi encuentro con ese niño que aún
habita en ti y rompamos las normas, seamos aves migratorias sin
fronteras, hijos de ciencia-ficción, héroes del amor y soldados de
plomo.
Logroño,
14 de enero de 2018
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