UN
VERSISTA INESTRILLERO
Aquí
vivió un buen versista
que
calmó su brío escribiendo,
los
versos le iban saliendo
cuando
se puso de artista
y
acabó como ensayista.
Versos
de sueños lozanos
en
el carmesí lebruno,
promesa
de como es uno
cuando
los hombres son sanos
en
estos pueblos arcanos,
gritos
de hombres riojanos
que
aman su patria y llaneza,
su
morada y su nobleza
que
fluyen de entre sus manos
hechos
de lances humanos,
declamando
a los luceros
en
la tarde milenaria
que
a traviesa solitaria
los
montes inestrilleros
cantando
como copleros.
Y
no me pregunten la clave
de
mis cantares diversos;
yo
se muy bien que en los versos
el
escritor es la llave
y
la pluma es su llavero.
Mi
sueño nació sin cuna,
canto
se volvió al dejarte,
y
aprendí que sobre el arte
solo
hay lirios y luna
y
aveces también fortuna.
Amigos
de mi destierro
vigilen
los cuatro puntos.
Pues
en alguno van juntos
como
si fuera un entierro
Benedetti
y Martín Fierro,
y
oigo su canto extendido
por
el monte de ande vengo,
y
traigo un canto realengo
que
se me entró por el oído
como
si andara perdido.
Cruzan
la solana ardiente
el
Catirre y otros guardas,
pues
llevan en las espaldas
todo
el calor del saliente
y
todo el sol del poniente.
Curvan
el anca los machos
por
la exudación del estío,
hombres
que entre lo baldío
no
pueden cruzar los trechos
por
el agua sin pertrechos.
Y
en esta tierra de baños
no
hay planta que no saciare,
unas
veces como mares
otras
veces con los caños
y
las menos con apaños.
Muertos
de sed los vaqueros
por
los aciagos caminos,
como
buenos ganaderos
cruzaron
por los senderos
buscando
otros bebederos.
A
distancia el trueno grita.
Sale
el sol, y el campo alegra,
ya
se va la sombra negra
de
esa alimaña maldita.
Cesó
la eterna zozobra;
en
fuga va la pandilla
y
la calle ya recobra
esa
grave pesadilla
que
desde su oscuro averno
resopla
alejado el trueno.
Logroño,
19 de diciembre de 2018
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