¡ALLÍ
SE SIENTE EL ALMA!
(Epístola)
Allí,
en el valle del Alhama secular,
donde
los árboles buscando luz se inclinan,
las
raíces los sujetan en su suave desplazar,
siendo
el tronco su columna vertebral;
allí
la vida se enaltece y se detiene
perfumada
por la flor que nunca muere,
y
ve el estallido de una rama que se yergue
con
nuevos seres en su alegre rebrotar.
¡Allí,
Señor, siento tu sabiduría!
Al
pié de la oscura serranía,
mirando
a lo lejos en el horizonte,
diviso
los perfiles de encrestados montes
observando
al pueblo en su tranquilo dormitar;
en
el prado el radiante y sonriente sol,
pinta
el suelo de azucenas y violetas,
y
al atardecer el arroyo runrunea
acarreando
en su lomo la hojarasca seca.
¡Allí,
Señor, se siente la vida!
El
sereno amanecer despierta
y
las aves al nuevo día saludan
anunciando
al valle con sus trinos,
que
ha llegado un nuevo día;
allí
la vida en alegres días se suceden
y
en el silencioso continuar de la noche
a
mi lecho campestre entrego el alma
lejos
del ruido y de las noches vanas.
¡Allí,
Señor..., el silencio y la paz calman!
(Epístola
renacida) 25 de octubre de 2017
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