DE
AQUELLOS TIEMPOS (glosa)
Fuimos
irreflexivos mozalbetes
camisa
remangada y grito alegre,
rimas
atolondradas y juguetes.
Con
la inocencia frenética de Orfeo,
guiados
por desordenes y cachondeo,
íbamos
a presentar nuestro trofeo
como
novatos en busca de jaleo.
Nos
hicimos compañeros del tanteo
felices
en las sendas caprichosas,
de
aquel entusiasmado devaneo.
Entre
niñas alegres se mostraba
la
primera luz en nuestra frente,
y
ante las mismas náyades cesaba
nuestro
cántico alegre e inocente.
Hoy
nuestra seria armonía va de viaje
a
reclamar una preñez perdida
el
mechón de su limpio aprendizaje.
Mi
cadencioso júbilo es un manuscrito
con
alegre poesía, que en lo minúsculo
de
un callado alojamiento lo he escrito.
Y
el alma es como la cera, se petrifica
como
las estatuas que hay en los jardines
de
las ciudades con légamo, que complica
su
vestimenta cenicienta con el humo
inevitable
de los grandes temporales.
Aquellos
tiempos en que jugábamos juntos
éramos
amigos de la vieja escuela,
los
pupitres manchados de ciruela,
la
encantadora zagala que veneraste,
los
alegres días de chaqueta, el contraste
de
un ejemplar de Don Quijote y Fabiola,
los
cantos al Cara al sol y al Oriamendi
con
el esfuerzo de unas voces de primera,
y
el auténtico lucero que te armonizó
en
apurados aprietos de primavera.
Somos
la dulce y suave caricia del viento,
somos
viejos y leves murmullos del tiempo,
recuerdos
de chicos del esparcimiento.
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