MADRE
NATURA
Querido Valle: Triste y soñoliento
quiero volver a sentir tu regazo;
besar tu suelo, escuchar tu lamento
y notar la dulzura de tu abrazo.
Tú no varias, ni mudas, ni
encaneces;
en ti se halla la bondad perdida,
siempre lozano y joven apareces
entre las vastas penas de la vida.
Con todo el furor que mi ser consume
quiero recostarme sobre tu lecho,
como el niño que de madre presume
buscando el calor de su dulce pecho.
¡Quiero tu luz, tu sol y el prado
verde!
¡Horizonte garzo que la limite,
sombra para pensar cuanto recuerde,
cielo para juzgar cuanto medite!
Abre, hospedería, tu casa muda,
tus tranquilas y extensas soledades,
y deja que mi llegada sacuda
el pesado agobio de las ciudades.
Ya no quiero combatir: en mi brota
el tremendo dolor de mi herida,
y quedo caído, con el alma rota,
en la espantosa guerra de la vida.
Logroño, enero de 2016
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