domingo, 31 de mayo de 2015

 
Para los que os gusta l buena poesía.
 
Un duro al año
 
Monte arriba, cara al viento,

buscando reposo y calma,

íbame yo muy contento,

dándole descanso al alma,

y cuando al alto llegue,

y al dar la vuelta a la cima,

un rebaño me encontré

que se me venía encima.

Avanzaban las ovejas

marchando al paso tranquilas,

y pasaban las parejas

al sonar de las esquilas:

y a los últimos reflejos

de los rayos vespertinos

las vi perderse a lo lejos

por los ásperos caminos.

Detrás de ellas, lentamente,

dando al aire una canción

y sacando indiferente

su mendrugo del zurrón,

venía un pastor, un niño,

un imberbe zagalejo,

que me inspiró ese cariño

que es tan súbito en un viejo.

-¡Hola! ¿eres el pastor?

-sí señor, ¿qué se le ofrece?

-¿tienes padres? -no señor.

-¿cuántos años tienes? - Trece.

- ¿Y cuanto ganas, amigo?

- Un duro. - ¿al día? ¡anda maño!

- ¿Un duro al mes? - ¡que no, digo!

- ¡Un duro al año!

II

Le dejé que se marchara

y en el monte me senté,

y avergonzado, la cara

en las manos oculté.

Pasaron por mi memoria

templos, palacios y reyes,

los aplausos y las glorias,

los discursos y las leyes,

los millones del banquero,

las fiestas del potentado,

réditos del usurero,

ladrones en despoblado,

fortunas mal heredadas

en el tapete perdidas,

cortesanas celebradas

de ricas galas prendidas,

los que de lujo se afanan,

tantas glorias, tanto daño...

y en tanto hay seres que ganan...

¡Un duro al año!

III

¡Un duro! ¡OH Dios! ¡Cuántas veces

lo habré derrochado Yo,

en miles de pequeñeces

que mi gusto me perdió!

en comer y no tener ganas,

en caprichos, en favores,

en vanidades humanas,

en guantes, coches y flores,

en un rato de placer,

en un litro sin valor,

en apostar, en beber,

en humo, en un buen olor...

Y ese duro que se olvida

en cuanto correr se deja,

era un año de la vida

de aquel niño que se aleja...

Y vi que somos peores

todos los seres humanos.

unos, falsos soñadores;

otros, falsos puritanos

todos en el daño iguales;

ante las llagas sociales;

y hay seres que, en esa edad

que ignoran su propio engaño

deben a la humanidad...

¡Un duro al año!

IV

¡No! Mientras el frio enero,

en una espantosa noche,

mi prójimo, por dinero,

me lleve a mi casa en coche;

mientras de la mina oscura

saque el carbón tanta gente,

pasando tanta amargura

para que Yo me caliente;

mientras de la alegre fiesta

salga Yo, que siento y creo,

y al pobre que me moleste

le mande airado a paseo;

mientras derroche la moda,

y se gasten, grande o chico,

mil duros en una boda.

mil en entierros del rico,

y hasta el sol desigual sea

en dar al hombre sus rayos,

y haya niños con librea

que me sirvan de lacayos

ni creo en leyes humanas

ni en el que las bombas tira...

¡palabras! Palabras vanas

¡mentira, todo mentira!

No hay a las penas consuelos;

¡sufrir y siempre sufrir!

¡el Cristo se fue a los cielos,

pero volverá a venir!

Y ha de subir a mil codos

más alto el nuevo diluvio,

y en el moriremos todos;

y más altos que el Vesubio

nos ha de ver impasible

ese niño, ese pastor,

ya convertido en terrible

ángel exterminador,

y entre torrentes de lava

gritara de su alto escaño:

-yo soy aquel que ganaba

¡un duro al año!

V

Así a mis solas decía,

solo, en la cumbre del monte,

mientras el sol se escondía

en el rojizo horizonte,

en la sombra se ocultaban

lentamente las aldeas,

y allá lejos humeaban

las fabriles chimeneas,

entre el ruido y movimiento

de las modernas ciudades,

resumen triste y cruento

de las necias vanidades...

y allá, perdido en la plana,

cantando, tras su rebaño,

iba aquel niño que gana

¡un duro al año!


Eusebio Blasco(1844-1903)
 










































 


sábado, 16 de mayo de 2015


REFLEXIONES DE ANTES DE AYER



Unas lágrimas se deslizan por mis mejillas y suavemente se van posando sobre mis labios, son un sentimiento dichoso y un latir del corazón cansado de recorrer el mundo que poco a poco se muere.

¡Cuántas veces suspiré! ¡Cuantas veces cerré los ojos y los volví abrir a la vida!

Era mi forma de pensar, mi forma de conocer a tantos seres perezosos y vagabundos y que para mi no existía ninguno con las mismas penas de mi sollozar.

Y esta falta de la sinceridad del ser humano, y de estímulos de la vida, también los hecho en falta, y los que somos testigos, podemos manifestar al hombre nuestros pesares y nuestra fortaleza que comporta el poder material.

Y me quedan en la vida reflexiones por resolver, con camino de justicia y firmeza renovada, manifestando el desafío y el mensaje de la llamada hasta el umbral que todo hombre ocupa.

Junto a mis manos indecisas y mis lágrimas que dejan de llorar masco la confianza que tengo de ser dichoso, mis labios fríos y calientes y las manos y los pensamientos ya envejecidos me dan la razón, observo a mi corazón que me dice..., quedas libre de castigo.

No obstante intentaré guiarme suavemente a través del espíritu que no olvida compromisos en el descolorido vivir de las cosas; y de esta forma, hacer la vida más buena y hermosa, sin lágrimas de muerte, no es una sorprendente actuación tener el corazón libre, es tener siempre luz absoluta y abierta a la esclavitud de la humana condición.