miércoles, 28 de diciembre de 2011

                       VII
   (Campanas de la iglesia)

  Campanas de la iglesia,
de la iglesia de mi pueblo,
doblad a gloria, no lo hagáis a muerto, 
se elevó soñando a edenes eternos,
se elevó buscando jardines perpetuos.

  Rosal florecido por el sufrimiento,
espigas fulgentes que batiera el cierzo,
linda flor que emite bálsamos intensos,
¡cual luce el alcance de su buen ejemplo!...
La figura amable del hermano muerto.

  Campanas de la iglesia,
de la iglesia de mi pueblo,
noches silenciosas de julio inestrillero,
auras rumorosas, fuentes de estos cerros,
no lloréis su ausencia en sólo un momento...

  ¿No veis como trepa entre las estrellas?...
Un clamor de lirios propaga su cuerpo
y el color angélico es cerco de fuego...
Se rompe el encanto en nubes fragantes
y una dulce voz le dice... ven, ven, amante.   

  Campanas de la iglesia,
de la iglesia de mi pueblo,
doblad a gloria, no lo hagáis a muerto,
se elevó soñando a edenes eternos,
se elevó buscando jardines perpetuos.

          LAS CAMPANAS

Cuando despierto por las mañanas
y el sol brilla por el naciente,
o cuando el arrebol del poniente
viste al cielo con mil filigranas,

qué alegres suenan las campanas,
quebrando su voz y dando ambiente
con tono suave o estridente           
o con murmullos de músicas lejanas...

En lo alto de la torre junto a nidos,
cantan himnos con magníficos tañidos
arrullando a los polluelos en sus píos;

campanas de la torre, no me olvido
las veces que escuché vuestros latidos, 
¡que no cese vuestro vibrante sonido!. 
¿A QUIÉN MOLESTAN LAS CAMPANAS?

Hay personas a las que molestan, las odian, las denuncian y las quieren enmudecer.
  Antes, a nadie molestaban sus sones. Eran los antiguos medios de comunicación en las aldeas. Ellas tocaban a rebato y avisaban de catástrofes, incendios... y las gentes, en solidaridad, corrían en ayuda a apagar. Ellas, con sus sones tristes de dolor, anunciaban las defunciones. Ellas, jubilosas, dando locas vueltas de alegría, llamaban a las fiestas, acompañaban a procesiones... Recientemente, ellas todas las de Logroño) conjuntadas a las 11 horas y 7 minutos, anunciaron la llegada de Su Santidad el Papa, justo cuando pisaba tierra de España.
  Hay cantidad de ruidos peores que, soportándolos, no provocan quejas, como el de las motos locas, el confuso retumbante de camionazos, pitidos, bocinazos, cercanos petardos, cantares nocturnos de borrachería, todos ellos roban el sueño, mientras las campanas, colgadas, silenciosas, de noche duermen.
  Fui testigo del nacimiento de las campanas de la iglesia de la Natividad de Inestrillas, junto al río Alhama; la Mayor con el nombre de D. Liberato Blanco, y la Menor con el nombre de D. Eugenio López, el primero cura párroco, y el segundo alcalde de Inestrillas.
  La delicadeza y sensibilidad de la poetisa gallega Rosalía de Castro les canta así:  "Si por siempre enmudecieran,/ ¡qué tristeza en el aire y en el cielo!/ ¡qué silencio en las iglesias!/ ¡qué estrañeza entre los muertos!!".
  Pero pretender comparar la sensibilidad de Rosalía con los que  ahora pretenden enmudecerlas, es también mucho pretender.

jueves, 22 de diciembre de 2011



CANTO PARA EL QUE HA NACIDO
 
Se oye un tierno gemido,
está la noche terciada
y al candor de la alborada
cruza  el cierzo adormecido.
El Niño Dios ha nacido.
¡Qué celestial claridad!
Cantad, ángeles, cantad:
"Gloria a Dios en las alturas
y Paz a las personas puras
y de humana caridad".
Desmantelad el otero,
corred a Belén, Pastores.
¿No vislumbráis resplandores
de aquel celeste lucero?
Este es el limpio cordero,
hostia de propiciación,
que en gloriosa expiación
tomó las culpas ajenas
arrancando las cadenas
en su Caída y su Exaltación.

Para entregarle sus dotes
llegan los Magos de Oriente,
todo fausto y refulgente
de tres reinos diferentes.
Rendid vuestros corazones,
Reyes, venidle a admirar.
Este pesebre es altar,
sitial donde Dios se humilla.
Inclinad, pues, vuestra rodilla,
Melchor, Gaspar, Baltasar.
                                                  Navidad de 2011
Pregón de Navidad  que este poeta declamo en las AULAS  de Jesuitas el día 21 de diciembre.

sábado, 17 de diciembre de 2011

ANTÍDOTO PARA COMBATIR EL RENCOR

  Muchos seres humanos viven una vida miserable, vacía y solitaria, a causa del RENCOR.
  Se vuelven personas negativas, llenas de amargura, la cual trasmiten con sus actitudes hacia otras personas. Cuántas veces nos habremos preguntado ¿por qué tal persona es así?
  El rencor, el odio, la amargura, son síntomas de un terrible cáncer que corroe el alma, causando heridas muy profundas. Pero este tipo de cáncer tiene cura y esta cura es el perdón.
  Perdonar es el acto de santidad mental más liberador que el ser humano puede hacer por sí mismo. Sin embargo, perdonar es muy difícil para la gran mayoría.
  Perdonar no es una señal de debilidad, ni mucho menos es justificar a la persona que nos hizo daño.
  Perdonar es liberarnos de resentimientos negativos que son un estorbo en nuestra vida, que nos roban la paz interior y que provoca muchas enfermedades.
  El rencor y la falta de perdón afectan física y espiritualmente al ser humano.
  El orgullo, la soberbia, la autocompasión y el deseo de venganza impiden comprender la importancia de perdonar.
  La venganza no elimina el rencor, por lo tanto no libera de la negatividad del mismo.
  Pagar mal por mal, sólo trae más carga negativa a nuestra vida.
  El rencor y el odio son los autores intelectuales de muchos crímenes y abusos dentro de la sociedad.
  Perdonar dignifica al ser humano, “Honra es para el hombre  pasar por alto la ofensa,” dijo el sabio Salomón.
  Perdonar es una decisión personal. Si elegimos perdonar, liberamos nuestra alma, si elegimos seguir guardando resentimiento, seguimos generando amargura para nuestra vida.
  La vida es corta, hay que vivirla como si cada minuto fuese el último. Una vida libre  de rencor es una vida en libertad. No te condenes a vivir en la prisión del rencor y la amargura.
  Perdona a tus padres, hermanos, hijos y amigos, etc. Esa paz interior que necesitas, no puede llegar si no lo haces.
  “Toma todo el resentimiento, rencor y amargura, que hayas acumulado a lo largo de toda tu vida y hazlos pedacitos. Cava un hoyo profundo en las arenas del pasado y entierra todos esos pedacitos. (Nunca intentes desenterrarlos, no son reciclables). Una vez que hayas hecho esto, estarás listo para perdonar y disfrutar de la vida de otra manera más sana y equilibrada”. 


REFLEXIÓN FINAL.Nuestro paso por este mundo es muy corto y no deberíamos perder el tiempo en quejarnos ni en criticar la vida. Ella hace lo que puede... y lo que nosotros le permitimos que haga. Medítenlo.