lunes, 28 de septiembre de 2020

 


EN EL VALLE DEL ALHAMA (égloga)
Me enfurece la codicia
por derrotas ignoradas,
los bramadores cierzos,
las crecidas del Alhama,
las encintadas orillas
vestidas de campanillas,
el nogal desmesurado
de este valle afortunado,
tranquilo he disfrutado
los encantadores campos
el Alhama florecido
de fragancias coronado.

Tú verde apacible calma
del Alhama entusiasmado,
más alegre que los prados
en primavera y verano;
de la plácida Inestrillas
que resonara en los labios,
que revive entre mantillas
con mis inocentes cantos.

Estos valles solitarios
son verdaderos quebrantos,
y cuando mi larga sombra
peregrine con sus llantos,
será que estoy en mi barco
o tal vez abandonado,
o en los silenciosos astros,
o en los apacibles lagos.

Y en las tumbas quejumbrosas
de los pueblos más cercanos,
se evocarán muchas cosas
con desgarradores llantos
y frente a la triste tumba
en funerales cantos
dirá sollozando mi amor
aquí descansa Ricardo.

¡Mil veces fue venturoso!
¡otras tantas desdichado!
¡Mucho lo quisieron unos,
otros lo vilipendiaron!
La perfidia fue constante
ceñida con otros abrazos.

Ricardo Lalinde López
Inestrillas, 12 de abril de 2018
Poema robado a mi próximo libro. "MADRIGALES"

viernes, 25 de septiembre de 2020


¡QUE LÁSTIMA!


¡Que lástima que siendo poeta

no pueda cantar las viejas usanzas!


¡Que lástima que no pueda entonar

una voz de brillantes romanzas!


¡Que lástima que teniendo patria

no pueda cantar un gloria a mi patria!


Se que la historia siempre es la misma, siempre la misma..,

que pasa de una tierra a otra tierra, de una casta a otra casta, como pasan las tormentas de verano de una a otra comarca.


¡Que lástima que ya casi no me quede comarca, ni patria chica, ni tierra provinciana! Nací en las entrañas del Valle del Alhama, pueblo del que ya casi no queda nada:


Pasé los días garzos de mi infancia en este Valle del Alhama, y mi sombría juventud, entre el río y la montaña.


Después de este episodio…, no he vuelto a echar el ancla, y…, ninguna de estas tierras ni me eleva ni me exalta para poder cantar siempre la misma balada al mismo río y a la misma agua que pasa rozando mi campo y mi casa.


¡Que lástima que de mi pueblo ya no quede casi nada. Y por qué voy a cantar mis viejas romanzas si soy un paria que apenas tiene una vieja capa.


Sin embargo… en esta tierra del Alhama hay un viejo pueblo, un pueblo de España con una casa en la que voy de posada y donde tengo guardadas, mesa, silla, libros y un ajuar en una sala.


Aquí me siento sobre mi silla y venzo las largas horas entre mis libros viendo como pasa el tiempo a través de la ventana.


Cosas de poca importancia parecen un libro, una silla y una ventana en un pueblo del Alhama, y sin embargo, me basta para sentir todo el ritmo de la vida en mi alma.


Y aunque soy un paria que apenas tiene una vieja capa… me veo forzado a cantar cosas, aunque..., de muy poca importancia.


En Inestrillas, agosto de 2017


miércoles, 23 de septiembre de 2020

 




EPÍSTOLA  PARA LA GENTE DE MI PUEBLO


Vine al mundo en “curitates” y así me voy a morir,

un viaje de ida y vuelta que no se va a repetir.

Me arroparon con mantillas de esas de lino y torzal,

con cuidados de los tíos, abuelos y de papás.

Fui creciendo poco a poco allí en mi pueblo natal,

en él eché mis raíces, donde las pienso dejar.

Mi juventud fue muy alegre aunque no llegara el pan,

con manzanas y otras viandas no pasé hambre jamás.

La gente que hay en mi pueblo siempre ha sido muy tenaz;

a veces ha habido riñas, sin razón, por terquedad;

se acusaban unos a otros de haber hecho tal o cual,

y después del rifirrafe a la taberna se van.

Los había rencorosos y no se hablaban jamás

pero si algo grave allí ocurriera se unirían los que más;

recuerdo al río Alhama sus estragos al pasar,

y la gente codo a codo ayudando sin cesar ;

pienso en toda esa gente con sufridora paciencia

ayudar con complacencia al que en apuros está.

Y me pongo a meditar, y mis recuerdos me llevan

a tiempos ya muy lejanos, aquellos abuelos de antaño

llenos de amor y paciencia, que eran la miel y la esencia

del hogar y la familia tan solo con su presencia,

y cuando el mal genio acechaba y echaban un juramento

decían ser “padres nuestros” rezados en mal momento.

¡Hombres con más entereza no los he vuelto a ver,

esos hombres no se encuentran más que en los pueblos de ayer!


(De mi libro, “COMO SALEN DEL ALMA”)

 




EPÍSTOLA A NUESTRA MADRE DEL PRADO


En este lugar sagrado que al humilde le da amparo,

la verdad y la justicia nos acercan a tu lado.

De avaricias y maldades de este mundo que está lleno,

en tu casa deleitosa nos das refugio sereno.

Aquí encontramos amor, vida, cariño y sosiego

y escucha tu corazón la llamada del doliente

que te pide por favor la ayuda que no merece.

Y Tú, Celestial Señora, acudes a socorrerle

al escuchar la llamada del pecador insolente,

y sin pedir nada a cambio tu misericordia le ofreces.


A ti acudimos, Señora, en momentos de flaqueza.

Y Tú escuchas paciente nuestras súplicas dolientes

creyéndonos inocentes.

Virgen y Madre nuestra, en este templo sagrado mucha gente

se cobija. Ayúdanos para que cuando salgamos de él veamos

la luz.

No nos dejes caer en la tentación, y ayúdanos con la verdad

y la justicia que Tú engendraste, donde hallaremos tu seguro

amparo y el de Tu Hijo.

Líbranos de los males que causa la envidia de los mortales

y danos la paz eterna.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

 


                              NI QUITO NI PONGO, NI CONTIGO NI SIN TI


Ni arraigo ni desarraigo,

ni espero ni desespero,

ni condición quito ni pongo,

ni miento ni me arrepiento

de haber hecho lo que he hecho.


No sé si irme o quedarme,

no quiero y se lo que quiero,

no entiendo aunque te entiendo,

no quiero tus encomiendas

porque serán más enmiendas.


Quiero ser y no ser quiero

un granito en tu granero;

para ayudarte si puedo,

y si no puedo no puedo.

domingo, 13 de septiembre de 2020

 

EL POETA Y LA MUERTE

Dedicado a mi infarto.


Nunca pensé que sería

poeta con tanta suerte

que al visitarme la muerte

con un verso la vencía.


Le dijo el poeta a esta

que no estaba preparado,

que no pensaba en morir

sin terminar lo empezado.


Y la muerte, sonriendo,

le dijo que volvería,

que no estaba preparado,

que ya llegaría el día.


Moraleja, 6 de octubre de 2000