martes, 25 de febrero de 2014


CON EL TIEMPO LLEGA LA EDAD...


Ya me voy haciendo viejo

y mucho me cuelga el pellejo,

la barba me nace cana...,

y torpe voy por la mañana.


Y no son las canas las que me envejecen,

son las piernas que no me obedecen;

el olvido de las cosas me entristece

y sentirme cosa inútil me estremece.


He aprendido a saber qué no hacer,

a no reír, a no llorar ni a saber...,

mis sueños ya se desvanecieron

y me prohibí saber si los hubieron.

Remando voy con fe y sin desalientos

absorbido en mis propios pensamientos,

nado en un mar de desconciertos

por entregarme a los míos con afectos;


esa fuerza invisible y lenta del destino

nos va enseñando el duro camino,

triste retiro para mí será

donde mi cuerpo a descansar irá.

Perdonad si distraídamente

la pluma corrió rápidamente,

fue un desahogo que precisamente

raras veces gocé debidamente.

Y..., aunque de mí te veas lejos,

aquí dejo escritos estos consejos,

y mientras tu sigas siendo hombre

seguro que te acordarás de mi nombre.


Ricardo Lalinde me llaman,

mi cuna Inestrillas, donde me aman,

ruiseñor del valle y cisne del Alhama,

ahora águila de estas montañas.

D. Felipe Abad..., así me proclama.

lunes, 24 de febrero de 2014

VILLA DEL CIELO SOÑADA…

Inestrillas, villa del cielo soñada
en el farallón dormida,
en el lomo tajador
de ese cerro de codicias
donde vuela en sus primicias
el buitre planeador.

Villa del Alhama incierta.

Realenga por más señas,
inviolable en las mesnadas,
siempre tus puertas abiertas.
Pueblo dormido… ¡despierta!
Extiende tus alas cenicientas…
Que tienes el cielo abierto
y en el horizonte incierto
puedes fijar tus miradas
y darle una gloria cierta.

Tú no eres de este mundo…, no,
eres gloria de otros tiempos…
Del cielo, si, y de sus bravos 
y apasionados guerreros…

¡Así es como yo te sueño!

Inestrillas, verano del 2013

sábado, 22 de febrero de 2014


A LOS LEÑADORES DE MONEGRO



Aún es de noche y los madrugadores leñadores van camino de Monegro, los veo marchar llevando al hombro el agudo distintivo de la fuerza, el hacha. Parece que van de paso porque siempre caminan hacia otras tierras más lejanas, siento que en su pulso rotundo les circula un pequeño flujo, el empeño y el coraje.

Es el leñador. Sube a la montaña feliz porque ha llegado el día de la corta. Su alzada poderosa recorta una silueta de aborigen tallada sobre una encina. El sentido seguro de vientos y de lluvias le da esa taciturna sabiduría de anciano, aunque apenas tiene dos décadas de vida, su experiencia aporta una herencia de siglos.

Es todo brazos y músculos, y de su sonrisa nace un corte que le madura el gesto: La frente es un lugar de grandes sufrimientos donde vidas y muertes libraron sus batallas. Oculta la desventura con una boina rota que cubre el rudo alboroto de su pelo, un recuerdo de viejos envanecimientos sube como un torbellino de sangre a sus ojos.

Respira el sostenido perfume de la dulce flor y en la solemne bóveda del aura mañanero va escogiendo los trinos de pájaros compañeros que presidirán la rítmica jornada de sus horas, y cuando la ardiente órbita marca los límites del día, despuntan los leñadores poderosos de orgullo, y sacudiendo la cabeza alejan el sueño que la madrugada anterior les había robado.

Cuando sus ojos cumplen con la selección segura del tronco favorable, recoge el hacha, se arranca la chaqueta y lubricando con saliva las palmas de las manos comienzan el rito con taciturna furia. Levanta el hierro y da vuelta a su filo desafiante y con impacto certero se incrusta en el cuerpo. Lo hace diez, cien, mil veces sobre el mismo tronco, hasta que el árbol desgarrado se rinde.

Después vendrá en lenta sucesión de torturas el desmembramiento de los brazos y la cabellera, que en amistad de alegres pájaros vivió años y años y al final, el desprecio de ser secado al sol y al viento. Más tarde lo que suceda ya no tendrá importancia, viajar, quedarse quieto o arder será lo mismo. Ni las nubes de la mañana, ni el sol de la tarde, ni los pájaros ni las lluvias se recostarán en él.

El bosque castigado se duele de los hachazos recibidos. A izquierda y a derecha de sus heridas yacen la sangre milenaria y el corazón, doliéndose con las venas abiertas de tantos golpes padecidos. El humus que ha criado la cepa tranquila del árbol y le ha dado su dulzura de sombras llora junto a las cicatrices rojas dejadas por el hacha del hombre, y durante años los brotes no aparecerán bajo la tierra.

Después, el camino se llenara de mulos y caballos cargados con la leña que como una fila interminable de hormigas cruzarán sendas y caminos con un destino seguro, los bardales que los leñadores tienen preparados y su viaje lento o precipitado por caminos misteriosos con agobio, sudor y coraje llegará a su fin; de nuevo hacia su hogar, el hacha compañera inseparable formará la cruz sobre el hombro buscando un nuevo talar. Y su final será duro, como es duro el oficio: como también es dura la materia que trabaja y es duro el hierro ciego del hacha compañera y dura es la misma vida que al leñador le espera. Inestrillas, 22 de febrero de 2014

Granada - Andre Rieu

Andre Rieu - Spanish Eyes 2006

lunes, 17 de febrero de 2014




VILLA DEL CIELO SOÑADA…

Inestrillas, villa del cielo soñada
en el farallón dormida,
en el lomo tajador
de ese cerro de codicias
donde vuela en sus primicias
el buitre planeador.
 
Villa del Alhama incierta.
realenga por más señas,
inviolable en las mesnadas,
siempre tus puertas abiertas.
Pueblo dormido… ¡despierta!
Extiende tus alas cenicientas…
Que tienes el cielo abierto
y en el horizonte incierto
puedes fijar tus miradas
y darle una gloria cierta.

Tú no eres de este mundo…, no,
eres gloria de otros tiempos…
Del cielo, si, y de sus bravos
y apasionados guerreros…

¡Así es como yo te sueño!

Inestrillas, 30 de septiembre de 20013

domingo, 16 de febrero de 2014


ODA XIV

(Frente a las ruinas de Contrebia Leucade)

Entre Alcarama y Monegro pasan
negras nubes; el solano del Moncayo
sopla húmedo; las altas montañas
se alzan nevadas, todavía es mayo.  

Un caminante sentado en el verde
prado, lee viejas historias celtíberas,
algo sobre estos muros que delatan
al cielo y a los siglos sus guerras.
 
Se lanzan en bandadas contra ellas,
apiñados, negros, firmes graznares
de cuervos, donde se alzan las murallas
contra los asaltos más audaces.
 
El violento bando amenazante
parece repetir pasadas épocas guerreras,
¿por qué provocáis?, de Inestrillas llegan
graves voces de campanas.     
                       
Pasa envuelto en ropa un campesino;
pasa cantando entre álamos y huertas
sin querer mirar; ¡qué terribles luchas!,
¡qué valerosas gestas!
 
Va cayendo la tarde, vengo caminando
desde Abuelas a Inestrillas, desde lo alto
contemplo la sombría ciudad en la ladera,
bondadosa sol, voy murmurando...,
 
con voz grave y solemne un viejo canto.
¡Óyeme, Contrebia! ¡A estos mezquinos
hombres desalójalos de aquí con sus
maldades! ¡Este lugar es sagrado! 
 
Contrebia descansa aquí. En el Alhama,                 
su cabeza está posada en la montaña;
sus brazos, extendidos por las lomas;
sus espaldas llegan hasta Cruña. 
 
¡Ay, quién te viera Contrebia, fúlgida
y entre bonanzas, al pueblo célebre
divulgar... “Hasta aquí llegó Roma
defendiendo su derecho y su nombre”!
 
Pasaron los tiempos oscuros y afligidos
como los buitres pasan por el Alhama,
y surgí anunciando: ¡Contigo están
tus muertos y tus dioses!, ¡oh Roma!
 
Aún hoy, el río ondulante pasa entre
cerros sombríos, susurrando el fresco
aroma de tomillos, espliegos y romeros
que lleva a lo lejos el cierzo.      
 
Aún hoy, pastan sobre ti, ¡oh Contrebia!
en el lánguido atardecer los lentos rebaños;
y en las aguas del Alhama sumerge el zagal
a la sombra su torpe tropilla con engaños.

Negras nubes humean sobre Alcarama;
verde, austera, grande desde su anfiteatro
circular de montes, la Umbría mira el largo
y estrecho valle nuestro.

¡Umbrías verdes, salve! ¡Y tú Alhama,
de estas fontanas la diosa! ¡Aún late
en mi pecho la antigua patria donde
los dioses celtíberos airearon mi frente!

viernes, 7 de febrero de 2014


REFLEXIONES DE ANTES DE AYER



Unas lágrimas se deslizan por mis mejillas y suavemente se van posando sobre mis labios, son un sentimiento dichoso y un latir del corazón cansado de recorrer el mundo que poco a poco se muere.

¡Cuántas veces suspiré! ¡Cuantas veces cerré los ojos y los volví abrir a la vida!

Era mi forma de pensar, mi forma de conocer a tantos seres perezosos y vagabundos y que para mi no existía ninguno con las mismas penas de mi sollozar.

Y esta falta de la sinceridad del ser humano, y de estímulos de la vida, también los hecho en falta, y los que somos testigos, podemos manifestar al hombre nuestros pesares y nuestra fortaleza que comporta el poder material.

Y me quedan en la vida reflexiones por resolver, con camino de justicia y firmeza renovada, manifestando el desafío y el mensaje de la llamada hasta el umbral que todo hombre ocupa.

Junto a mis manos indecisas y mis lágrimas que dejan de llorar masco la confianza que tengo de ser dichoso, mis labios fríos y calientes y las manos y los pensamientos ya envejecidos me dan la razón, observo a mi corazón que me dice..., quedas libre de castigo.

No obstante intentaré guiarme suavemente a través del espíritu que no olvida compromisos en el descolorido vivir de las cosas; y de esta forma, hacer la vida más buena y hermosa, sin lágrimas de muerte, no es una sorprendente actuación tener el corazón libre, es tener siempre luz absoluta y abierta a la esclavitud de la humana condición.

Ricardo de Lalinde y López

domingo, 2 de febrero de 2014


GENTE DE ANTAÑO
 
Ritmo trepidante determinante y valiente
sobrelleva esta gente hasta llegar el poniente,
y no me importa decir que es lenguaje corriente
zurrar constantemente al diccionario arrogante.

Rebuscando en los arcones traigo literatura
de tiempos olvidados con toda compostura,  
de aquellos años pasados llenos de ternura,
aquellos valientes que nos dieron su ventura.

Escuela de otra época de sabiduría llenos,
mantienen erguida su bravura a los infiernos,
su mirar al cielo parece buscar un adiós
que filtre el coraje salido de los desafíos.

Sus manos callosas, herramientas de pedreros,
de sudores llenos por cumplir miles de sueños;
inviernos congelados colmados de aguaceros
que aguantaron pacientes, arrieros y trajineros.

Hoy cantamos los poetas primorosas poesías
a nuestros ancestros con las mejores simetrías,
se elevaron al cielo indicándonos las vías
que debíamos saber cumplir con nuestras valentías.


Logroño, 30 de enero de 2013