sábado, 30 de abril de 2016

IDILIO EN EL ALHAMA

En la “media legua”, el agua espumada
rebosa entre las piedras diluvianas,
al tiempo que al sol brillan las manzanas
endulzando mi boca sofocada.
En un cerro hay casucha alargada
que de lejos visualizo a menudo,
es la atalaya del Alhama atada
al tronco de un montículo copudo.

El Oriente se enardece y colora
como ópalo grandioso entre los chopos,
esparciendo colores con la aurora
llenando las riberas y los campos.
Una victoria contraria a la letra,
un enigma inviolable del idioma,
un aquel hablar de los de Cervera
es en el alma escénica, su tema.

En ese juego de palabras gira
las conversaciones breves que dura;
y hasta el hendido pecho respira
olor de la inocencia y la ventura.
¡A través de la trágica Historia,
una fragancia de vieja bonanza
asiste al hombre, como una memoria,
e igualmente como gran esperanza!

Y al trote de un jamelgo enjuto y mocho,
un moreno, ciñendo tez moruna,
camina cantando alegre tontuna
con aires de gaita y baile jarocho.

Y en el momento sublime y la hora
en el extenso esplendor matutino,
halla el trinar en el ave cantora,
¡con la trepidante trova del trino!

Como si fuera obelisco pagano,
el mulo gris en agudo altozano
mira fijo a su dueño, ensimismado
en rojo atardecer arrebolado.
En la ventana del viejo molino
oblicuando frente al serpentino río,
una paloma en vuelo peregrino
se alza entre las ramas del árbol sombrío.

Una jovenzuela picaronaza
me sorprende con su mirar y raza.
No semeja mas que a una rapaza
a juzgar por la inequívoca traza.
Infantil por la edad y la estatura
elásticos bultos de tetas duras
me sorprende la avispada criatura
caída al sol con ardientes apreturas.

Tiene negro, y delicado cabello,
los labios voluminosos y rojos,
de garza real el garbo de su cuello
y negros como la mora sus ojos.
Dientes nevados, pulidos, enanos,
como el coral enraizando que liga,
rememorando en sus arcos los granos
del maíz cuando aún es tierno en la espiga.

Su nariz afiladica y bien puesta,
su carne lujuriosa e impetuosa;
y en su cara a calores expuesta
el sol dará ocre y púrpura a la rosa.
Es huérfana ignorante y muy creyente
sólo busca en las estrellas el rastro;
cuando es de noche imagina que siente
mil besos entre los lienzos del astro.

La zagala se turba empinada
alocada con la fiebre del celo,
lanza un suspiro de gusto y anhelo
quedando en el prado abandonada.

La luz convierte las aguas a espejos;
y en el pozo azul no hay éter ni ruidos
cabrillea con prolongados reflejos,
que ciega los ojos causando vahídos.

Y un borrego ocre con gran cornamenta
de amplias melenas de mierda cubierta,
en el pozo largo a la oveja sedienta
copula con ansias, deseo de tienta.
El sitio es ingrato, fétido y tosco.
El cardo, los abrojos y la ortiga
progresan; el aire huele a boñiga,
y el zorro se agita y hostiga el mosco.

Inestrillas, 24 de abril de 2016







      
¡A INESTRILLAS VOY!

De Inestrillas vengo, suave suspiro,
cuando, por ligereza o decaimiento,
dejo el ansia de arrinconar el cuento
y dar a mi leyenda algún retiro.

A Inestrillas voy, que sólo quiero
aprovechar sus brisas un momento:
pausa de escape y entretenimiento
con la fugaz lejanía de un respiro.

Ni ciudad ni agobio, monte y hondura;
devota soledad, quietud que calma
o sosiega compañía sin ventura.

Templanzas ardientes y lisonjeras
al ser en filosófica mesura...
De allí vengo y allí voy, a Inestrillas.

Logroño, 12 de enero de 2016

lunes, 18 de abril de 2016


EPÍSTOLA DE UN TROVADOR



Mientras haya en mi aldea un trabajo 
 
 y jornaleros que cobren su gajo;

por las calles y plazas los gatos

bigotudos con grandes olfatos;

en el aire en corrales y el suelo

moscas puercas apares en celo;

mi cuaderno en las casas y alcobas

cantará este coplero mil mil trovas.



Y quisiera pecar de discreto

y un curioso y raro soneto

dejar hecho a mis trovas y viñas:

¡respetando el pudor de las niñas!

El viñal llegará en el ocaso

con desliz algún que otro a mi paso,

y otras más que no fueran aquellas,

¡sufriré mil carencias por ellas!



A las mozas ofrezco lectura

con primores de alegre escritura.

Son mis versos risueños los mismos

que a los santos del cielo les dimos,

dispensaron mercedes al canto

entre vivos y alegres encantos.

Y las hijas de nuestros ancestros

serán madres de los hijos nuestros.



Hoy las cosas en sí quedan lejos,

sólo queda ilusión y reflejos.

A mí el orbe me manda señales,

con indicios de alertas mentales.

Pero cunde a través muy latente

una tromba de amor indolente,

que perturba en la imagen divina

el rubor y el calor de la niña.



Pese a todo, lo real está fuera,

en el árbol y el alma que espera

elocuencia, cincel o con pluma,

vuelve diáfano el cerco en la bruma

a entornarse con gesto gallardo

que es fiel copla del triunfo que guardo
 
El engaño es un crimen y escoria

La amistad es fuerza y victoria.



Cuando lucho en las pugnas del arte

por quitar del asunto una parte

del haber que reservo por dentro,

en los gritos acerbos encuentro

el preciso semblante y buen giro,

¡qué delicia y qué orgullo respiro!

¡Qué alegre y que satisfecho quedo

¡Es un placer quitarse los miedos!



Ser decente es un arte divino

que yo escucho y pienso con tino.

En la práctica el ocaso es cieno,

es horror del feísimo extremo;

y es excelso en la noble pintura

que aparezca refulgente y pura,

y si el bardo no inyecta codicia

habrá un grito de eterna justicia.



Pues la nota es pringosa y estorba,

vibrará mucho al son de mi trova.

En el mundo lo flojo y lo raro

son razón de lo bueno y lo claro.

¿Cómo hacerlo que sea frecuente

si el trovador en sus trovas no miente?

Ánimo y sentimientos seducen,

si no grandes tampoco relucen.



Aunque muestre con garbo y decoro

opulencias de atuendo y tesoro,

se columpian las rachas supremas

reflejando y cantando mis lemas;

y debajo con letras en bloque

y blandiendo con pluma y estoque

una musa con fuerza y con gracia

lleve al sol su belleza y audacia.





Logroño, 16 de abril de 2016








viernes, 8 de abril de 2016


LA ALDEA Y LAS ALDEANAS


Los vasos del cariño son arcas piadosas

en las que la lealtad jamás se contamina;

tinajas en cuyas paredes olorosas

el agua es lozanía en la mujer campesina.


Todas vosotras sois muchachas cortijeras,

enjundia del viento y el sol que os engalana,

vosotras percibís las cosas venideras

como si el hacerlo fuera cosa cotidiana.


Amo todos vuestros embelesos aldeanos,

mujeres de los pueblos que dais tanta vida,

me gustaría sorber el agua contenida

en el hueco que se forma en vuestras manos.



Me placen los cumplidos entre campesinos,

cuando a la sombra las meriendas en manteles

se dan con risas el delirio de los vinos,

pan con alegría y bebida entre las mieles.


Sois encanto y primor en la humilde calle,

sois clavellinas asomadas a la reja,

el son de las esquilas en alternada queja

el canto de las aves y el color del valle.


Queridas mozas: no ambiciono más empeños

que escuchar vuestros susurros por las esquinas,

unir gratamente las horas vespertinas

entre la compañía de alegres lugareños.


Que la abundancia de amores de esta población,

regresen a satisfacer a este olvidado

y hermoso lugar que nos dio la creación,

para que pueda ser un lugar recordado.


¡Que la ropa tendida al sol

y el jilguero en el balcón,

den la hermosa sensación

de estas gentes en su crisol!





Logroño, 5 de abril de 2016

martes, 5 de abril de 2016


POESÍA Y RELIGIÓN



De los poetas, se sirvió Dios en el Antiguo Testamento para

revelar a los hombres sus terribles justicias y sus inefables

misericordias. Isaías, Jeremías, David y los demás profetas,

fueron los poetas más sublimes que ha habido en el mundo.

Por su inspiración fue anunciado a los hombres el beneficio de

Cristo y preparado y allanado el camino que a él había de

conducirlos. La Nueva Alianza, pactada por Dios con el humano

linaje, no se obró sin intervención del mismo medio y forma de

la poesía.

Los cánticos poéticos fueron los medios de expresión de que se

sirvieron aquellos a quienes Dios privilegió para cooperar en la

obra más grande de su poder infinito. La Virgen Nuestra Señora

fue la primera poetisa del Nuevo Testamento en aquel cántico

del Magnificat, que es una de las más hermosas efusiones que

han brotado de labios de hombre. Zacarías y el anciano Simeón

se sirvieron de la forma poética para expresar el santo alborozo

que inundaba sus almas a la vista de la realización del misterio

de la redención humana.

Estos mismos cánticos fueron habituales en los primeros

discípulos de Cristo y en su divino Maestro, el cual usaba de

ellos para orar y levantar el espíritu al Padre. Y cuando estuvo

ya constituida la nueva iglesia, la nueva Jerusalén descendida

de lo alto, la forma poética que había servido a David para

anunciarla y profetizarla, sirvió a los predicadores y

pronunciadores de ella para dar gracias a Dios por el beneficio

recibido, para levantarlos del suelo de su terrestridad a las

alturas del cielo y anunciar como ya realizado y venido al

mundo lo que había visto en profética visión el real poeta.