martes, 17 de diciembre de 2013

           ELEGÍA 

(Seis de agosto de 2005)

Del dos mil cinco es hoy seis de agosto,
desde lo más alto de Abuelas
contemplo un panorama angosto,
seco, viejo, duro y a la vez
maravilloso.

Desde estas alturas diviso a lo lejos
lugares que recuerdan mi juventud,
llenando poco a poco mis pensamientos
de tristeza, y a la vez, de profunda
gratitud.

Contemplo frente a mí a Monegro,
monte oscuro, en silencio y agazapado,
sus aledaños parecen garras de oso
que descansan en un silencio jocoso
en la pieza que ha atrapado.

El valle a mis pies se ve tranquilo
en silencio sepulcral y riguroso,
y Alcarama vigilante y suntuoso
parece crecerse mirando al cielo
misterioso.

Los recuerdos lejanos me dominan
cuando veo revividas mis vivencias,
los esfuerzos que de niños fueron proezas
hoy desde lo alto rememoro esas pequeñas
grandezas.

Contemplo el río en su marcha sinuosa
deslizarse lentamente entre roquedos,
y a su paso lento o raudo le acompañan
un sin fin de bosquecillos, olmos, chopos
blancos y negros.

Los buitres que a mí alrededor pululan
parece que jueguen al corro eterno,
con sus danzas y rituales primitivas
vuelan raudos como dardos disparados
desde el infierno.

Llevo impregnados los pies
de tomillo, espliego y romero,
su perfume me sacia, y añoro
aquellos momentos que viví
primero.


Inestrillas, 28 de agosto de 2005.  


De mi segundo libro de poemas.

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