A
EPONA (diosa celta)
Déjame
llegar hasta lo más hondo,
como
el minero busca su tesoro,
como
en mi interior la verdad escondo,
como
en el fondo de la tierra el oro.
¡Alma
sombría, ayer inexplorada!
Tu
ocaso me extraña y me entristece.
¿Qué
culpa ha de tener la alborada
si
al transcurrir el día la ennegrece?
No
mereciste la condena anoche;
ante
la lujuria el pudor destella
y
en el paso más bruno de la noche
ilumina
más la distante estrella.
La
mano dulce que la flor arranca,
después
la secciona, y la deshoja;
la
que ensució tu vestimenta blanca,
la
que en el juego del placer te arroja;
la
que apagó en tu cara de azucena
el
fuego del decoro y la alegría,
y
atavió tu sien, mustia por la pena,
con
las deshojadas flores de la orgía,
es
la que al verte engullida por la ola,
te
hundió en el fondo, sin aliento;
la
que tu estima y tu pudor inmola
por
el duro sustento del tormento.
Admiro
tus enormes sacrificios;
admiro
que no sospeches ni dudes,
y
que en el estéril campo de los vicios
cuelguen
en sus moradas las bondades.
Arribaré
como las golondrinas
al
calor de tus gratas ilusiones,
entre
sombras luz, flores entre ruinas
y
devoción en nuestros corazones.
Y
te cubriré de elegantes galas,
seré
tu protector y tu consuelo,
destaparé
tus primorosas alas
para
que puedas elevarte al cielo.
Logroño,30
de octubre de 2015
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