sábado, 17 de septiembre de 2016

  1. EL IRRITANTE ABEJÓN


Mirando con mucha atención
una flor que me fascinaba,
de pronto llegó un abejón
y en lo íntimo me picaba.

Le dije muy enfadado
por qué sin más se exaltara,
y me dijo muy enojado
que las flores no tocara.

Quise aplastarlo de rabia
cuando más tranquilo estaba,
y dio un vuelo con astucia
y en lo alto se posaba.

Me enfurecí mucho más
cuando vi que se reía,
cogí la escoba y sin más
a escobazos lo perseguía.

Parece que el fiero abejorro
tenía mucho talento,
pues doblaba mucho el morro
poniéndome en un aprieto.

Daba vueltas y más vueltas
siempre a mí alrededor,
y en una de tantas vueltas
chocó contra el mirador.
Aliviado me sentí en mi ego
al verlo caer al suelo,
pues pensé, ¡ya lo tengo!
y se desvaneció mi anhelo.

Remonta de nuevo el vuelo
chocando con mi nariz,
y al querer darle en el vuelo
caí como un infeliz.

Y con su alegre zumbar
daba vueltas y más vueltas,
y el muy cabrón sin parar
más se acercaba a mis cejas.

Entré un poco en mis cabales
y me dije: ¡algo hay que hacer!,
abrir en par ventanales
o seguirlo hasta vencer.

Moraleja.
Si ves un abejón no te irrites,
abre puertas y ventanas
y de encima te lo quitas.

Este poema está dedicado a esas personas
pesadas que tanto dan la lata.

No hay comentarios:

Publicar un comentario