martes, 23 de julio de 2019

MI VALLE

Que voz tan dulce, qué sonoro acento
para trovarte ¡Oh Valle! ¡Qué baladas!
¿Será el ulular ruidoso del viento?
¿Será el murmurar de las brisas blandas?

Te siento y me acobardo: mi alma siente
que tu misma nobleza la mutila,
y rápido después aúpo la frente
para envolverte en mi osada pupila.

Entonces..., algo en ti me solivianta
y bravío como el viento correr quiero…
¡Bate el caballo su arrogante planta
y vuela con ímpetu inestrillero!

El Valle llano a su fuerza se tiende;
al otro lado del río se ve el monte;
¡No hay linde!… la bruma se desprende.
Y a su paso se aleja el horizonte.

El caballo galopa ya sediento
de espacio, un torbellino en la espesura;
se desata y se aleja el gran jumento
como ave que se pierde en la llanura.

La grandeza de este Valle se extiende,
todo lo abarca, como el sol distante,
lo arrastra, lo recorta, lo confunde
e inunda con su espíritu gigante.

Sigue rocinante en veloz carrera
arrojando al abismo los sentidos;
¡El ajetreo del cuerpo se apodera
y se aprecian los nervios agredidos!

Mi pecho se apasiona, se agiganta;
oigo golpear su corazón de acero;
en él no vive el pulmón si no alienta
el poderoso soplo inestrillero.

A lo lejos, el hombre sobre el llano,
con el pelo marchito y roto el traje,
tengo orgullo de ser un buen riojano
y de gozar del privilegio salvaje.

Siento el murmullo y el rumor a coro
de mi venerado pueblo ya sin guía;
elevo mi alma a Dios, me postro y oro
ante la Virgen del Prado, Madre mía.

Noto el fuego en mi bulliciosa mano,
mi corazón es brasa, mi frente arde…
¡Que dicha el Alhama en el Valle llano
con el agua refrescante de la tarde.

                   II

La aurora entre las montañas deslumbra,
la mocedad, el cántico, la armonía;
las tardes son un sueño en la penumbra,
¡El abrazo de la noche con el día!

La tarde en este Valle misterioso
no es tarde de espesura ni de prado
es más mustia, más guapa, más fastuosa,
más dulce y muere bajo el sol dorado.
Ni un murmullo percibimos, ni un ruido
en la vasta llanura solitaria,
sólo el leve y agradable gemido
como ruego final de una plegaria.

Como el aroma de la flor, abierta
a las caricias del viento que gira,
el alma se abandona, flota incierta,
y con los rayos de la luz espira.

Anhelamos a esa imagen misteriosa
una dulce espiritual melancolía;
la arteria que late silenciosa
y aparenta que agoniza con el día.

Sentimos volar la memoria errante,
recuerdos de dolor que no se nombra,
fantasmas e ilusiones vacilantes
que corren a esconderse entre la sombra.

Notaréis con el alma entrecogida,
los seres que en la tierra habéis querido,
sus risas, sus gritos, su voz querida,
como un largo lamento que se ha ido.

La hora real llega en aquel instante
en que el sol en la arboleda oscila,
en que el hombre desmaya suspirante
y el alma vuelve a su creación tranquila.

¡A ese instante no hay quien se resista!
Levanta al imbécil, levanta al sabio
inmóviles quedáis, quieta la vista,
el nombre de Dios nos precintó el labio…

                       III

Si esperamos un momento…, la sombra
sobre el Valle sin luz ligera avanza,
ya se juntan y se unen en su alfombra
las sombras de la tarde en lontananza.

Hay fuerte retumbar de truenos, lejos
se oyen los vientos que en reposo viajan;
y los bruscos y apagados reflejos
plomizos oírlos retumbar amargan.

Vuelve el nublado, y las nubes juntadas
empujan a las otras al soslayo,
rasgan el cielo turbias y airadas
precipitan a la tierra su rayo.

Los relámpagos, amenazantes,
extendidos en ráfagas violentas,
aparentan miradas deslumbrantes
del soberbio genio de las tormentas.

Son escenas altivas, atrevidas,
mi alma se llena de grandes visiones:
Sueño tras las nubes enfurecidas,
con Dios, el Dios de todas las naciones.

Se ha rasgado el cendal del santuario,
se adivina inesperado en la mente
la tragedia fecunda del calvario
donde oran por los suyos tanta gente.

¡La tormenta no es visión, no es desmayo
es energía, es trueno, es candil, es fuego!
Quiero mi Valle imprevisto de rayo
que centellee en mi frente y zumbe luego.

Así envuelta en un entorno sin nombre,
rompe la tempestad su acometida...
Así concibo mi Valle y el hombre,
¡imagen excelsa ¡…! rey de la vida!


Inestrillas, julio de 2019

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