domingo, 14 de junio de 2020

¡¡SALVA A TU PUEBLO, VIRGEN MÍA!!

Flor del Prado de mi pueblo; Virgen santa entre las santas;
yo he venido muchas veces a postrarme ante tus plantas
y he cantado las endechas con mi violín trovador;
siempre mis reflexiones te han rendido vasallaje,
hoy, Señora, mi pueblo te dedica este mensaje
y te entrega humildemente lo más puro de su amor.

¡Patrona sois de Inestrillas!; y recuerdo con cariño,
con ternuras indecibles, de aquel día cuando niño,
a tu ermita me llevaron y tu imagen contemplé;
y recuerdo que la madre de mi vida me ordenaba:
-Reza y pide ser bueno-, y yo, Virgen, te cantaba
la canción sana e inocente de mi limpia y sana fe.

Desde entonces yo te quiero como pájaro a su nido;
como perla ama su concha, la guitarra su sonido,
el soldado su bandera y el poema el trovador;
y te sigo dedicando mis estimas y quereres,
porque vi que Tú Madre la más piadosa y buena eres
al saber que no hay engaño en la nobleza de tu amor.

Y si me separare de Ti, alguna vez Señora,
deslizado por los vientos con su furia arrolladora
que dejaron en mis ojos las sombras en el capuz,
fuiste Tú la compasiva, que custodiaste mi alma
con furia de mis sentidos, diste paz y diste calma
y a mi juicio devolviste su perdida hermosa luz.

¡Que en las horas de congoja, de fatal melancolía,
eres luz de la esperanza, y eres faro y eres guía,
y eres costa salvadora del que náufrago se ve;
y le abrigas y le curas las heridas de su pecho,
que está mustio y dolorido, y sangrando está y deshecho,
y le ayudas con clemencia y con consuelos de la fe!

¿Cómo pues, Virgen excelsa de mi Prado no adorarte
y por Madre, la más buena bendecirte y aclamarte
y ofrecerte con mi viola la más lúcida canción,
si del seductor aroma de tus célticos favores,
de la miel sabrosa y grata de tus cálidos amores
que aprisionan y encadenan, está lleno el corazón?

¿Cómo Reina, en este día Inestrillas considera
-que te quiere y que te ama, que rendida te venera-
tributarte su homenaje más ardiente y más cordial,
yo, que sabes que te adoro, Virgen mía, desde niño,
no dejar en tus altares, con fervor y con cariño,
la sencilla, humilde ofrenda de mi espíritu inmortal?

Que te ofrezcan mis hermanos de la tierra los tesoros,
y las músicas sublimes de los órganos sonoros,
con cánticos respetables de la más alta estimación;
que derramen en tu trono azucenas, lirios, rosas,
y te cubran, Sol del Prado, con túnicas primorosas
que te envuelven en una aureola de celeste radiación.

Yo no tengo más fortunas, ni tampoco más preseas
que las míseras y pobres del caudal de mis ideas…
y esta vida oscura y pobre que de tu Hijo recibí.
Todo, Madre, te lo ofrezco con la fe más honda y pura,
y será eterno mi gozo, será eterna mi ventura
si algo encuentras que te plazca que sea digno de Ti.

Pero a cambio de mi vida, te pido no seas extraña
con mi pueblo que es el pueblo más querido de tu entraña,
y es el hijo más amado de tu amante corazón…
A los pies de tus altares, arrodillado te ruego
que en tu magno pecho animes el ardiente y santo fuego
de su excelsa fe cristiana, que fue siempre su blasón.

Hoy, Flor galana de mi Prado, va mi nave a la deriva;
pero tú harás, mi Virgen, indulgente y compasiva,
que se salve de las olas que la quieren envolver;
porque sé que para ella fuiste siempre luz de faro
que amorosa la condujo a feliz, seguro amparo
y trocó sus infortunios en dulcísimo placer.

Y has de hacerlo; porque aquí, a pesar de los pesares,
te consagran como antaño, sus cariños y pensares
y su fe en Ti, Virgen mía, se agiganta más y más;
esa ardiente fe inefable, venerable, noble, augusta,
que, del odio intransigente, ni se aleja ni se asusta
por mantener la confianza de que Tú la salvarás.

¿Cómo siendo Tú Madre, entre madres la más buena,
y de amor y de ternura tu alma toda hallarse llena
no salvar a tu pueblo del peligro en que ahora se ve?
Ya que eres Reina adorada, tu favor divino imploro,
sé que nunca quieres perder de Inestrillas su tesoro
del caudal inagotable de sus creencias y su fe...

Flor del Prado de mi pueblo; Virgen santa entre las santas;
yo he venido muchas veces a postrarme ante tus plantas
en mis horas de alegría y en mis horas de dolor;
y siempre te he ofrecido pleitesía y vasallaje
al rendirte en este día Inestrillas su homenaje,
y…,yo te rezo y te canto las endechas de mi amor.

¡Muchas felicidades…!

Ricardo Lalinde López


Inestrillas, 30 de mayo de 2020 -festividad de Nuestra Señora la Virgen del Prado-





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