viernes, 14 de abril de 2023

 

 EL IRRITANTE ABEJÓN

Mirando con mucha atención

una flor que me fascinaba,

de pronto llegó un abejón

y en lo íntimo me picaba.

Le dije muy enfadado

por qué sin más se exaltara,

y me dijo muy enojado

que las flores no tocara.


Aliviado me sentí en mi ego

al verlo caer al suelo,

pues pensé, ¡ya lo tengo!

y se desvaneció mi anhelo.

Remonta de nuevo el vuelo

chocando con mi nariz,

y al querer darle en el vuelo

caí como un infeliz.


Y con su alegre zumbar

daba vueltas y más vueltas,

y el muy cabrón sin parar

más se acercaba a mis cejas.

Entré un poco en mis cabales

y me dije: ¡algo hay que hacer!,

abrir en par ventanales

o seguirlo hasta vencer.


Quise aplastarlo de rabia

cuando más tranquilo estaba,

y dio un vuelo con astucia

y en lo alto se posaba.

Me enfurecí mucho más

cuando vi que se reía,

cogí la escoba y sin más

a escobazos lo perseguía.


Parece que el fiero abejorro

tenía mucho talento,

pues doblaba mucho el morro

poniéndome en un aprieto.

Daba vueltas y más vueltas

siempre a mí alrededor,

y en una de tantas vueltas

chocó contra el mirador.



Moraleja.

Si ves un abejón no te irrites,

abre puertas y ventanas

y de encima así te lo quites.


Ricardo Lalinde


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