sábado, 26 de julio de 2014


Allí en el Alhama, en lugar ameno
de altos álamos hay una espesura
toda de zarza revestida, y lleno
el tronco de lianas hasta la altura
y así teje hasta lo alto en cadena
que el sol no encuentra paso a la frescura;
el río baña el soto con su sonido
alegrando el oído con su zumbido.

Con tanta gentileza el cristalino
Alhama, en aquella parte avanzaba
que pudieran los ojos el camino
localizar apenas que portaba.
Tocado su pelo de verde fino
un hada del bosque que lo moraba
la cabeza sacó, y el soto, pleno
se vio de flores y de sombra lleno.
Movió el soto lóbrego el suave viento,
con dulce olor de aquel granado suelo;
las aves en frondoso alojamiento
descansaron de su penoso vuelo;
entonces se secaba el dulce aliento
que el sol elevó a la mitad del cielo,
y en el reposo solo se escuchaba
un runrún de pájaros que trinaba.

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