domingo, 8 de marzo de 2015


DOLORA


Recuerdo hace unos años
en una tarde serena,
a una joven cariñosa
pura, hermosa y linda ella.
Estábamos en el prado
sentados junto a la hiedra,
mirando en las aguas del río
cómo brillaban las piedras.

¡Ya no somos como entonces,

ni tampoco quinceañeras,
somos llama que se apaga
sin luz ni calor siquiera!
Ni tú tampoco eres igual,
no eres ya la que antes eras,
nos han cambiado los años:
¡yo estoy sólo y tú estás muerta!

Te susurré al oído un canto

y..., inclinaste la cabeza,
llorabas como una niña,
y vi en ti la primavera.
Prometimos para siempre,
cariño eterno, y entrega,
y llevar siempre en nosotros
junto al amor la inocencia. 

   
Los mirlos fueron testigos
de este encuentro tan supremo,
las aguas del rio Alhama,
y las flores de esta tierra...,
nubes que cruzan veloces,
brisas que rápidas vuelan,
cantos de las hojas secas
y el murmullo de las eras.

Entonces no consultamos

por nuestra suerte postrera,
y en brazos de la confianza
nos hicimos mil promesas;
sin notar que en nuestro entorno
ya se encontraban enfermas
sobre las lánguidas ramas
las flores de primavera,


y en aquel idilio loco
no reparamos siquiera
¡que yo al fin estaba solo!
¡Y que tu estabas ya muerta!
Luego en eufórico ruido
llegaron danzas y fiestas,
enseñando al mundo altivo
su guapura y su nobleza.


El elogio que enloquece
con engaños que envenenan,
anularon mi memoria
pisoteando tus huellas;
pero el arcángel custodio
que vigila la inocencia,
te defendió del agravio
y de ilusiones perversas;

conservo los dulces sueños

para una gloria más cierta,
y en lo profundo del alma
guardo todas las esencias,
los recuerdos apacibles
de aquellas tardes serenas
¡Bienaventurados consuelos,
tristezas de la inocencia!...

No tuve quien me cuidara,

ni quien calmara mis penas,
y en aquel mismo momento
entró en crisis mi estrella;
en un estrado una noche
al dulce son de la orquesta,
yo no se por qué razones
se enturbiaron mis ideas;


sentí misterioso dolor
que me fue acercando a ella,
sospeché lo venidero:
¡me vi solo y la vi muerta!
Estos dudosos temores
me llevaron a otras tierras,
allí escribí mis recuerdos
con expresiones acerbas.


Sentencié su amor junto al mio,
y suavi mi entereza,
y dudando en mi regreso
enterré su imagen bella,
pero al tornar a mis tierras,
cosas que Dios nos reserva...
¡Tuve un gran remordimiento
con la muerte de mi estrella!


Bajo el cielo de occidente
bañado en dorados regios,
y soplando el fresco cierzo
los eólicos brazos suenan;
ulula el viento en los sauces
y la lluvia fina queda,
se respira el sano entorno,
huele el campo a flores bellas;


al rosario de la aurora
llaman alegres campanas,
y reposando en sus brazos
duerme la naturaleza...
¡Mis ojos se van cerrando
al llegar la oscura sombra!
¡Vengo para estar contigo,
y estás ya bajo la tierra!...


Recuerdo hace unos años
aquella santa promesa,
hoy quiero cumplir mi ofrenda,
¡Y a verte traigo mis penas!
Me enteré de tu pasado...
supe todas tus angustias,
pero algo me está diciendo
que dentro de ti aún me llevas.

Mas..., el placer del pasado

se torna en congoja ahora,
mi recuerdo es un suplicio,
¡Yo estoy solo y tú estás muerta!





Logroño, 7 de marzo de 2015


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