domingo, 26 de julio de 2015


SORPRESAS QUE NOS DA LA VIDA



Hace 72 años, el que suscribe, tuvo un ataque de meningitis aguda; por aquel entonces esta enfermedad era mortal.

Yo tenía 2 años, había nacido el 26 de abril de 1940, festividad de San Cleto, por este motivo me pusieron de nombre Cleto. Como decía anteriormente mi enfermedad no tenia cura, si alguien salia de esta, era un milagro; el médico del pueblo D. Ricardo, recomendó a mis padres una cura a base de hielo y calor, mi padre buscaba hielo por las acequias y por todo donde había agua, pues era invierno y abundaba, mientras mi madre rezaba a San José y hasta lo insultaba, ya que me dejaron en cama por muerto y envuelto en hielo. Al día siguiente fueron a verme pensando en lo peor, pero fue todo lo contrario, estaba sentado en la cama jugando, el niño se había salvado; llegó el médico y dijo a mi madre que había sido un milagro, que no podía ser; mi madre miró a San José y le dijo que retiraba todos los insultos que le había dicho, decía mi madre, que vio sonreír a San José.

En vista de lo ocurrido mis padres acudieron al Juzgado y a la iglesia para cambiarme el nombre y desde entonces me llamo Ricardo.

Decía que la vida nos da sorpresas y es cierto. Desde hace tiempo me dedico a escribir y como todo escritor tengo mis lectores algunos, los más, son fijos y entre ellos hay un buen lector que se llama Ricardo Gil, este señor de joven, veraneaba en Aguilar del Río Alhama y me contaba lo bien que lo pasaba por aquellas tierras del Alhama; hace pocos días y con motivo de entregarle mi último libro publicado, nos entregamos en una conversación simpática y amena y me decía haberle gustado mucho el relato que había escrito sobre D. Antonio Rafael Herce García, boticario de Aguilar del Río Alhama e Inestrillas y Decano de los Colegios Farmacéuticos de España, casado en Aguilar con Doña Isabel Mayor Ruiz...

La conversación nos llevó hasta nuestras familias y me contó que su abuelo también estuvo en Aguilar como médico titular y que se llamaba D. Ricardo Gil.

¡Que sorpresa! Jamás pensé encontrarme con un nieto de quien me salvo la vida y que nunca conocí, o que recuerde. ¡Sorpresas que da la vida!

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