martes, 29 de enero de 2019

          PINCELADAS

                     I

Negras o pardas, cuando no verdosas,
cuatro tapias cierran el corralillo,
cercado con verdor florido en rosas
y adornadas en ámbar amarillo.

En el césped bella estatua de piedra,
nardos, jazmines, y al centro pinsapos
un bello laurel que a la sombra medra
y mil mariposas vuelan los campos.

Un cielo azulado con refulgentes
rayos de sol entre nubes, que brota
de las inseparables y brillantes
centellas para evaporar su gota.

Lejos, y haciendo arco el horizonte,
densa y verde vegetación abunda;
y descendiendo las faldas del monte
veo la imagen de tierra muy fecunda...,

cerro empinado y cónico alardea
como sana madre de teta erguida
que se vierte tímidamente y albea
empapada en su líquido de vida.

                       II

Luego el cielo azul, el terreno en calma
y el sol de altivo brillo vespertino
y profusas ilusiones en mi alma
van llenando de flores mi camino.

Mi vida es toda placeres y encantos,
mi pecho generoso de pureza,
mi huerto lleno de fragancia y cantos
y lejos he dejado la pereza.

Ayer, mi poesía fue rica y galana
colmando mi cabeza de fulgores;
tú, apacible y serena en la ventana,
me hablabas de dichas y de amores.

Ayer..., la luz era toda de poesía:
el alba era pura y las tardes bellas
henchidas de ligera melancolía,
y las noches pletóricas de estrellas.

Hoy… la noche es la sed en el desierto,
he perdido la confianza, y la creencia,
el cariño en tu confianza ha muerto,
y alambras de espinas mi existencia.


Logroño, 24 de enero de 2019

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