lunes, 16 de enero de 2023

 LA AGONÍA DE UN PUEBLO (elegía)

Desde el campanario mudo de la iglesia
donde el viento es el único sonido,
suena un ¡hay! entre su longevo oído
lamento de su más humana amnesia.
¡Oh pueblo deprimido! ¡Oh quiebra atroz!
Cementerio del recuerdo y la memoria
adonde la voz se quebró en la historia,
heraldo de un tiempo que viajó veloz.
Aquí están los latidos de tus ruinas,
los dulces madrigales amorosos,
los amargos momentos clamorosos,
cosiendo tus recuerdos con espinas.
Graznan los cuervos en paredes muertas,
cantan las chicharras escandalosas,
vuelan buitres espiando sus despensas
y las bisagras chirrían en las puertas.
Mueren las horas y con ellas las piedras
sucumben entre polvo sobre polvo,
mueren tapias y paredes como evo
que poco a poco esconderán las hiedras.
Y te cubren zarzas, cardos y aulagas
que llenan tus verdes campos de espanto,
tus huertos que antes eran un encanto
están vanos, y las casas con llagas.
Te mató la ciudad, tu atroz hermana,
te ha dejado morir tu gente impía,
gente que de ti nunca fía gente arpía
que en su vida no manda la campana.
Fantasma lejano, grito en el campo
espacios ya sin forma y sin tradición:
lugares olvidados sin ilusión
no hay nadie que te de un nuevo tiempo.
Pueblo dormido en el breñal salvaje,
tus anhelos son mis ansias, pueblo mío:
si estás triste yo estoy triste como el río
y si alegre yo lo estoy como oleaje.
Cortina de montañas gigantescas
que quisieran llegar a las estrellas
abrazar una a una a todas ellas
como genial pintura de arabescas.
Pueblo escondido, seguiré tus huellas,
los tenues ritmos de tus fuentes bellas,
seguiré tus pasos hacia las estrellas
con el canto alegre desde tu Inestrillas.

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