lunes, 15 de octubre de 2012


                       ODA XV
   (FRENTE A LAS RUINAS DE CONTREBIA LEUCADE)

   Entre Alcarama y Monegro pasan
negras nubes; el solano del Moncayo
sopla húmedo; las altas montañas
se alzan nevadas, todavía es mayo.  

   Un caminante sentado en el verde
prado, lee viejas historias celtíberas,
algo sobre estos muros que delatan
al cielo y a los siglos sus guerras.

   Se lanzan en bandadas contra ellas,
apiñados, negros, firmes graznares
de cuervos, donde se alzan las murallas
contra los asaltos más audaces.

   El violento bando amenazante
parece repetir pasadas épocas guerreras,
¿por qué provocáis?, de Inestrillas llegan
graves voces de campanas.                            

   Pasa envuelto en ropa un campesino;
pasa cantando entre álamos y huertas
sin querer mirar; ¡qué terribles luchas!,
¡qué valerosas gestas!

   Va cayendo la tarde, vengo caminando
desde Abuelas a Inestrillas, desde lo alto
contemplo la sombría ciudad en la ladera,
bondadosa de sol, voy murmurando...

   con voz grave y solemne un viejo canto.
¡Óyeme, Contrebia! ¡A estos mezquinos
hombres desalójalos de aquí con sus
maldades! ¡Este lugar es sagrado!                            
  
   Contrebia descansa aquí. En el Alhama,                 
su cabeza está posada en la montaña;
sus brazos, extendidos por las lomas;
sus espaldas llegan hasta Cruña. 

   ¡Ay, quién te viera Contrebia, fúlgida
y entre bonanzas, al pueblo célebre
divulgar... “Hasta aquí llegó Roma
defendiendo su derecho y su nombre”!

   Pasaron los tiempos oscuros y afligidos
como los buitres pasan por el Alhama,
y surgí anunciando: ¡Contigo están
tus muertos y tus dioses!, ¡oh Roma!

   Aún hoy, el río ondulante pasa entre
cerros sombríos, susurrando el fresco
aroma de tomillos, espliegos y romeros
que lleva a lo lejos el cierzo.          

   Aún hoy, pastan sobre ti, ¡oh Contrebia!
en el lánguido atardecer los lentos rebaños;
y en las aguas del Alhama sumerge el zagal
a la sombra su torpe tropilla con engaños.

   Negras nubes humean sobre Alcarama;
verde, austera, grande desde su anfiteatro
circular de montes, la Umbría mira el largo
y estrecho valle nuestro.

   ¡Umbrías verdes, salve! ¡Y tú Alhama,
de estas fontanas la diosa! ¡Aún late
en mi pecho la antigua patria donde
los dioses celtíberos airearon mi frente!
   
   ¿Qué árboles quejumbrosos trajeron
las sombras a estos consagrados ríos?
¡Blandengues árboles de tiempos humildes
que arrancaron vientos solanos!.

   Las curvas de tus encrespados montes
fueron la voz del grito que como una rapsodia   
brotó: ¡Oh zagales cuyos rebaños pastan
junto a la ciudad de Contrebia!

   ¡Tú que labras las laderas de los montes
del Carril! ¡Tú que cortas las carrascas
de Monegro, o que en el valle del Alhama
la tierra siembras...!

   ¡Deja el ganado solo en la pradera;
deja en el surco el dócil caballo bayo,
deja el hacha y la cuña en el carrascal,
y corre sin desmayo!

   Ármate de valor y... ¡corre, corre, corre
con las flechas, con la clava, con la lanza!
¡Corre..., que Sertorio quiere destruir
de Contrebia vuestros lares por venganza...!

   Hoy todo está mudo. El suave poniente
forma remolinos cuando brota dócil y diáfano,
y riza el agua creando alegres espejeos
con tembloroso empeño.

   Las flores en la pradera ríen, ríen y ríen,
y extienden sus débiles  y hermosos ramajes,
mezclando jaspes, blancos, amarillos y violetas
con tiernos roces.

   Las fuentes de tus ríos y de tus versos,
brotan al pie de las más altas montañas
entre plácidos juncales y sotobosques,
¡Qué hermoso lecho para las ninfas!

   Montes, sotos, valles y agua de la verde umbría
mi canto aplauden; silba el viento con modestia...,
humea la niebla, algunas  veces sale el sol...
Frente a mí estás tú, Contrebia.
                                       
                      De mi libro de Historia "Memorias del Alhama"

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