sábado, 1 de junio de 2013


HERMOSA NATURALEZA

  Qué hermosa me place
la blancura primorosa
con que nace la alborada
para despertar a las rosas.
  El cisne en el arroyo
ostentando alas erguidas,
y aleteando al viento
cual limpio tornado gira:
  la inocente palomita,
emisaria de mil dichas;
el perfumado jazmín,
y la azucena altiva;
  las pulidas conchas
por la arena extendidas,
la espuma de los mares
las cumbres  oscurecidas.
  Cuando el céfiro las nubes
allí amontonadas limpia...,
que cándidas y qué bellas
se ven las florecillas;
  cuando la primavera nace
entregando mil sonrisas,
para premiar a los bosques
engalana las campiñas,                
  y los frescos riachuelos
adornando sus orillas,
con mil inocentes flores
y nevadas chiribitas.

  Parece que en el cielo
cuando es noche serena,
mil refulgentes luceros
en las alturas requiebran;
  también la bella rosa
con su color cautiva,
a la hermosa mariposa
que con dulces besos liba;
  ¡que color tan fastuoso
el de la clavellina altiva!     
es naciente y es ocaso  
con nubecillas carmíneas,
  inhalando delicias
al extinguirse el día;
en los sosegados prados
cuando la tarde declina...
  ¡Y no es también hermoso
el tornasol de los trigos
cuando en oleajes áureos
la brisa los bambolea!,
  ¿o cuando la espuma brilla
lejos allá en las orillas
de las aisladas playas
que con el horizonte lindan?
  ¿Y aquel hermoso fruto
que en el huerto se destaca?;
¿la sonrojada manzana
o la fragante naranja,

  que colgadas de sus ramas
las estremece el aura?
¡qué hermosos colores
en ese valle de mi alma!
  Allá en las verdes praderas
brillan blancas margaritas,
donde el Alhama arrastra
sus aguas más recónditas;
  y con retorcidas ramas
los amorosos viñedos
visten de verde esmeralda
a los amantes cultivos.
  De aquella apacible casa
que vio brotar a mi vida,
donde mi infancia voló...
donde guarde mis cenizas.  
  Pintar las amapolas,
 el duraznal y las guindas,
 las hojas que acarician
 rojas fresas encendidas;
  el corpulento nogal,
y las oscuras encinas,
que con su sombra cobijan
al pastor de la canículas.
  Donde el humilde pastor
goza de reprimidas dichas,
vistiendo de musgo y paja
las paredes donde habita.


   Ahora que a la aurora
los ruiseñores cantan,
asoma a la ventana
la belleza de tu cara.
  Mírame así, querida,
más fresca y más galana
que las hermosas flores
que cuelgan de tu ventana,
  que allí en el infinito
y en prolongados vuelos,
las estrellas se pasean
con sus queridos luceros.
  Ves la hermosa naturaleza   
que bella e inteligente es...,
a las flores hace hermosas
y a la cizaña también.
  y allí en el risco más alto
bajo la apretada nieve helada,
nace el arroyo del frío
que calmará nuestra sed.

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