martes, 26 de noviembre de 2013


A TENERIFE

Extensas llanuras de azul

abiertas a todos los vientos,

gigantescos monumentos

que el tiempo envolvió en su tul.


Me voy y al marchar sonrío...,

que una gran rosa en el mar

pusiera Dios al crear

tanto color y misterio.


Montes en forma de conos

emergieron del infierno,

y dieron con mucho tino

frutos y flores a cientos.


Pueblos albos que se unen

alrededor de volcanes,

los que nacieron después

por las playas se disponen.


La Virgen de Candelaria

y el Cristo de la Laguna,

son el alma tinerfeña

donde no falta plegaria.


Valle de Guerra..., canario,

valle como pocos haya,

vigila desde su atalaya

el Teide en su desafío,

y cultivadas mil flores

entre hermosos platanales...,

hacen sonreír a estas gentes

de aspectos muy fraternales.


Allí arriba el rey del cono

cano y ceniciento a la vez,

se asentó con altivez

y está dormido en su trono.


Javier Figueroa el Guanche,

el más fiel y el más canario,

hace en su pelear diario

de Guerra que te emborrache.


He conversado con gentes

de estos agrestes lugares;

son gentes buenas y afables,

son gentes que esperan pacientes.


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