miércoles, 27 de diciembre de 2017

A TENERIFE

Extensas llanuras de azul
abiertas a todos los vientos,
gigantescos monumentos
que el tiempo envolvió en su tul.

Me voy y al marchar sonrío...,
que una gran rosa en el mar
pusiera Dios al crear
tanto color y misterio.

Montes en forma de conos
emergieron del infierno,
y dieron con mucho tino
frutos y flores a cientos.

Pueblos albos que se unen
alrededor de volcanes,
los que nacieron después
por las playas se disponen.

La Virgen de Candelaria
y el Cristo de la Laguna,
son el alma tinerfeña
donde no falta plegaria.

Valle de Guerra..., canario,
valle como pocos haya,
vigila desde la atalaya
del Teide en su desafío,

y cultivadas mil flores
entre hermosos platanales...,
hacen sonreír a estas gentes
de aspectos muy fraternales.

Allí arriba el rey del cono
cano y ceniciento a la vez,
se asentó con altivez
y está dormido en su trono.

Javier Figueroa el Guanche,
el más fiel y el más canario,
hace en su pelear diario
de Guerra que te emborrache.

He conversado con gentes
de estos agrestes lugares;
son gentes buenas y afables,
son gentes que esperan pacientes.

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