jueves, 28 de febrero de 2019

La poesía se opone con entusiasmo y sagacidad a la voluntad de aplazamiento, de aplastamiento, de ocultamiento y confusión, contradice y cuestiona a-la-verdad-a- medias, que calla y dice lo que conviene a unos. La poesía se opone a la acción que impone el enmudecimiento general, el envejecimiento ilícito del proyecto inmemorial y legendario de la existencia humana, el sueño mítico de una sola fuerza viviente, sin antagonismos ni contradicciones, unidad y poesía, paz y poesía, pan y poesía, verdad y poesía, pan y dignidad de la vida insumisa como la naturaleza.
Frente al mutismo impuesto a la sociedad contemporánea por la dictadura de los medios, desarrollamos una acción masiva del lenguaje poético, para ampliarlo y renovarlo, ampliando y renovando la conciencia y la existencia. Frente al deterioro de la vida del pueblo, del aire, del agua y de los bosques, y la declinación de la esperanza de todos, alentamos una poética de la existencia, el ancho río de una nueva conciencia que deviene en movilización espiritual, la honda resistencia desde el corazón de las palabras, canto inexorable que convoca a un porvenir cierto en este tiempo fuerte y de tortura.
Los medios cada día casi nos convencen de que dicen la verdad, pero siempre les queda faltando algo, algo que siempre se cae los desnuda. Y día a día vamos descubriendo el trucaje, el hilo falso y roto del entramado: Basta ganar un partido de fútbol, una sola medalla de oro, para olvidar de memoria nuestras raíces poéticas y míticas, nuestro destino entero.
Pero la poesía será la fuerza del pueblo para resistir, para visualizar el porvenir suyo por entero, la energía para avanzar, su sentido de vivir, la voz para comunicar su sueño inmortal, su irreductible memoria de la unidad originaria, que volverá, cuando las contradicciones sociales antagónicas hayan desaparecido y la lucha de clases haya terminado en una sociedad justa, serena y verdadera, sin víctimas ni verdugos.

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